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Actualizado: 9 de mayo de 2025


Es incalculable, amigo Ojeda, la masa de confitería que esas muchachas han metido en el vapor. Cada amiga, al despedirlas en París, ha creído su deber aportar el correspondiente cofre. No pasan dos días sin que cada una de ellas le quite la cubierta a un nuevo embalaje de bombones.

Pero el peligro parecía atraer á éste, que contestó con dos estocadas á fondo, rapidísimas, la segunda de las cuales apenas pudo parar Tránter, y al trazar el quite su espada rozó la frente de Roger, tanto se había aproximado éste.

Aquí el débil no es el confesor, sino la penitente; usted no tiene hechizos colgados del cuello, ni tenemos ídolos que echar al río... yo soy la pecadora, aunque ningún hombre me hizo el mal que aquella mujer al clérigo hechizado; sólo quise a mi marido, y de este ya sabe usted de qué modo estoy enamorada; no con pasión que quite a Dios cosa suya, sino con el suave afecto y los tiernos cuidados que se le deben.

En fin, ella está tan elocuente, que el galán, aunque al principio se resiste llamando a la muchacha dama de la media almendra, al cabo se deja convencer, pero no de repente, sino poquito a poco; y según va entrando el convencimiento en su ánimo y ella sigue hablando, él la interrumpe a trechos diciendo al confitero: Quite usted jierro.

-Eso no hay quien la quite -dijo don Quijote. -Pues, como eso sea -respondió Sancho-, no hay sino encomendarnos a Dios, y dejar correr la suerte por donde mejor lo encaminare. -Hágalo Dios -respondió don Quijote- como yo deseo y , Sancho, has menester; y ruin sea quien por ruin se tiene. -Sea par Dios -dijo Sancho-, que yo cristiano viejo soy, y para ser conde esto me basta.

Barbarita, que tanto apreciaba a su buen amigo, estaba, como suele decirse, al quite de estas bromas que tanto le molestaban. «Hijo, no te pongas tan pesado... deja marchar a Plácido. , como te estás durmiendo hasta las once de la mañana, no te acuerdas del que madruga». Jacinta, entre tanto, había salido un rato de la alcoba.

15 pero mi misericordia no se apartará de él, como la aparté de Saúl, al cual quité de delante de ti. 16 Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro; y tu trono será firme eternalmente. 17 Conforme a todas estas palabras, y conforme a toda esta visión, así habló Natán a David.

Lituca, si se hallaba presente, salía al quite de la impertinencia con una broma algo forzada en que me aludía a con los piadosos fines de que rematara ya la suerte para tranquilidad de mi tío.

Me ha proporcionado excelentes espaldares. ¿Y el criado que tanto te convenía y que te quité á peso de oro? Empezaba á servirme mal. ¿Y el descrédito que he arrojado sobre tus costumbres? ¡Bah! No me ha disgustado pasar por un vividor. En fin; todo lo que he hecho en veinte años que hace que te aborrezco, y que te lo pruebo, ¿ha sido perder el tiempo?

Como hija del pueblo, no quería ser menos que la señora de la grandeza en aquellos bajísimos menesteres... «Quite usted allá, por Díos, hija... replicó la santa . No faltaba más; no lo consiento... de ninguna manera. ¿Es que quiere usted ayudarnos? Pues si tan buen deseo tiene, barra la sala, que va a venir el médico».

Palabra del Dia

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