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Actualizado: 26 de junio de 2025


Es más: habían corrido á él, haciendo espontáneamente la mitad del camino, acosándole sin orden, obligándolo, por un pundonor varonil, á sobrepasarse en sus fuerzas con una prodigalidad que hacía doloroso el placer... ¡Y todas eran iguales! El comprendía el espejismo de la ilusión en los que admiran desde lejos lo que no pueden conseguir.

Desde entonces conocí que el heroísmo es casi siempre una forma del pundonor. Marcial y otros me miraban: era preciso que me hiciera digno de fijar su atención. «¡Ah! decía yo para con orgullo . Si mi amita pudiera verme ahora... ¡Qué valiente estoy disparando cañonazos como un hombre!... Lo menos habré mandado al otro mundo dos docenas de ingleses». Gabriel, tráeme agua».

Sucedíame entonces lo que al temerario que por un falso pundonor, por un arranque nervioso y de mal disfrazada vanidad, desciende al fondo de un precipicio. Ya está abajo, ya hizo la hombrada, ya demostró con ella que llega hasta donde llegue el más intrépido... Corriente. Pero ahora hay que subir. ¿Cómo? ¿Por dónde?... ¡Y allí es ella, Dios piadoso!

Lo único que creía de verdad era lo del tiro, en caso de una derrota alemana. Conozco bien al kaiser seguía diciendo . No es mas que un teniente; un teniente que se ha hecho viejo, conservando los aturdimientos y las petulancias de la juventud. Pero tiene el pundonor del oficial que, al verse perdido, se lleva el revólver á la frente. Ustedes verán cómo termina así, en caso de una derrota.

Entretanto los frailes estaban de enhorabuena: habían ganado definitivamente el pleito y aprovecharon el cautiverio de Cabesang Tales para entregar sus terrenos al que los había solicitado, sin el más pequeño pundonor, sin la menor pizca de vergüenza.

Deduzco yo de aquí que toda la picardía de la señorita Eulalia y su doblez y sus embustes eran indispensables, para que el pundonor, la honradez, el candor y la inocencia de Ignacio apareciesen de realce, como punto luminoso y lleno de hermosura sobre el fondo obscuro del cuadro.

Vive aún Sancho con vida depravada y el pundonor con su ambición se junta; ¡no está la sociedad regenerada, y la aurora social aún no despunta! ¿Quien no se dignifica en ser Quijote ante la corrupción y la innobleza, para vivir sin denigrante mote coronado con nimbo de grandeza? ¡Buen Quijote, salud! No eres vencido; írguete hasta las nubes arrogante!

¡Qué rayo de luz hubiera sido aquel lamento del niño para una de esas madres santas y prudentes que estudian y dirigen hasta el más ligero latido del corazón de sus hijos!... En él aparecía revelado un noble pundonor, que iba ya camino del orgullo, y una precoz propensión a la venganza, que espera oculta y paciente la hora de devolver desaire por desaire y ofensa por ofensa.

Luchando entonces el infeliz Marcilla entre el pundonor de caballero, la delicadeza de cortesano, y el fuego devorador de su pasión y de los celos, reconvino por última vez a Isabel diciéndola: «¿No consideras que sino fuera yo tan cortesano, tomara lo que te pido a la fuerza, matando a tu esposo y mi enemigo?

Lo fío, porque le conozco, y por ser además todo ello de justicia... de reparación debida a usted, verdaderamente, por una parte; y por otra, de pundonor ¡caray! para nosotros, eso es. Repito que usted extrema las cosas, amigo don Adrián. ¡Ojalá fuera verdad!

Palabra del Dia

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