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En último resultado, si permaneciese solo y nadie acudiese en su ayuda, lo noble y lo heroico sería combatir él solo contra los cuatro hasta vencerlos ó morir; pero también sería delirio, y vanidad y pundonor mal entendido el combatir solo y desde luego sin intentar que alguien viniese en nombre de la equidad y de la justicia á poner á raya á su enemigo y á evitar la desigual é injusta contienda con que su enemigo le amenazaba si no cedía ó se humillaba á su capricho, á su soberbia y á su codicia acaso.

Cree entonces Garci-Fernández que el culpable ha huído con conocimiento del rey Ordoño, y lo provoca en consecuencia á singular combate; el Rey acepta el desafío, y cuando está próximo á verificarse, se presenta Lisuardo á pelear con el conde de Castilla y sustituir á su Soberano, impulsado por su pundonor; interviene Linda en esta coyuntura é impide el desafío, ofreciendo su mano á Garci-Fernández; éste, así como Ordoño, se muestran ya más benévolos respecto á Lisuardo, á causa de su acción caballeresca, terminando la fábula con la resolución de Doña Sol de enlazarse con aquél, que, según dice, ha sido arrastrado á cometer un delito por el exceso de su amor.

Por otra parte, si se prescinde de la porción de preocupación más o menos visible o sublime del pundonor, y si se considera en el duelo el mero hecho de satisfacer una cuenta personal, diré francamente que comprendo que el asesino no tenga derecho a quitar la vida a otro, por dos razones: primera, porque se la quita contra su gusto, siendo suya; segunda, porque él no da nada en cambio.

Parece cierto así lo asegura don Basilio, que Fuenleal pereció en un duelo; pero no garantiza que fuera por causas de escandalosos amoríos ni por altos motivos de pundonor militar. Mi tía permaneció fiel a la memoria de su único amor, fiel a su brillante y apuesto capitán.

Bajo cejas negras todavía, brillaban dos ojillos penetrantes y nerviosos, que habían vivido catando el tinte justo de los hierros y siguiendo el arabesco de las ataujías. El fuego había chamuscado sus manos verrugosas y obscuras como sarmientos. Su boca grave y su adusto mirar expresaban pundonor y firmeza.