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Ya hice mi artículo, pero ¡oh cielos! El editor me llama. Señor Fígaro, usted trata de comprometerme con las ideas que propala en ese artículo... ¿Yo propalo ideas, señor editor? Crea usted que es sin saberlo. ¿Conque tanta malicia tiene?... Si usted no tiene pulso... Perdone usted; yo no creí que mi sistema político era tan... yo lo hice jugando...

Al mediodía llegó el médico, que reconoció a Martín la herida, le tomó el pulso y dijo: Ya pueda empezar a comer. ¿Y le dejaremos hablar, doctor? preguntó la muchacha. . Se fué el doctor, y la muchacha de los ojos negros descorrió las cortinas y Martín se encontró en una habitación grande, algo baja de techo, por cuya ventana entraba un dorado sol de invierno.

Los mediquillos de veintiún años salen á tomar el pulso á la vida, con gran regocijo de la muerte. ¡Oh! mes prolífico entre todos los meses; mes de los frutos, de las flores, de las colmenas, de los mosquitos, de los exámenes; principal delegado del Criador, porque todo lo crías, hasta los licenciados, falanje infinita de donde sale el bullidor enjambre de los políticos, semillero de pretendientes, de empleados, cesantes y agitadores.

Gastaba, , pero con pulso y medida, y sus placeres dejaban de serlo cuando empezaban a exigirle algo de disipación. En tales casos era cuando la virtud le mostraba su rostro apacible y seductor. Tenía cierto respeto ingénito al bolsillo, y si podía comprar una cosa con dos pesetas, no era él seguramente quien daba tres.

Estaba ojerosa, pálida y muy abatida. Como D. Evaristo se preciaba de saber algo de medicina, tomole el pulso. «Si está usted como un reloj, hija. Si no tiene fiebre ni ese es el camino... ¡Bah!, coqueterías... un poco de rabietina y nada más. Y que está usted guapísima con ese pañolito, ya, ya. No se le ven ni el pelo ni las orejas.

El señor de Avrigny tomó el pulso a su hija, notando que ya desaparecía poco a poco de las extremidades. A las cinco oyose la campana de una iglesia próxima que tocaba el angelus, llamando a la oración a los fieles. Un pajarillo se posó en la ventana, entonó un gorjeo y emprendió el vuelo de nuevo, perdiéndose en los aires.

Acudió la gente del hospital, y viendo aquel retablo, unos decían: "Ya la bendita Cañizares es muerta; mirad cuán desfigurada y flaca la tenía la penitencia"; otros, más considerados, la tomaron el pulso, y vieron que le tenía, y que no era muerta, por do se dieron a entender que estaba en éxtasis y arrobada, de puro buena.

Somoza volvió a las ocho de la noche; a pesar de la primavera médica, no estaba tranquilo; miró la lengua a la enferma, le tomó el pulso, le mandó aplicar al sobaco un termómetro que sacó él del bolsillo, y contó los grados.

Raro era el disparo que no ocasionase alguna baja en la tropa. La luna iluminaba su rostro altivo y feroz surcado de arrugas. ¿Me conocéis? gritó sin dejar de hacer fuego . Soy don César Pardo, cristiano viejo y carlista de los pies a la cabeza. ¡Eres un ladrón! contestó un soldado. Oye, chiquito; te tiembla mucho el pulso y tus balas pasan muy lejos. ¡Allá va ésa!

Por aquella cresta es más fácil llegar al punto culminante de la montaña, porque así se evitan las grietas ocultas bajo la lisa superficie de la nieve; allí puede sentarse con seguridad el pie en el suelo, mientras á pulso se encarama uno de escalón en escalón en las partes escarpadas.