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Tomemos, pues, menos por lo serio las Odas de D. Eduardo Marquina para dejarle en paz con los poderes celestiales y prevenir cualquier milagro que le perjudique. Con tal limitación bien puede afirmarse que las Odas tienen algo a modo del Prometeo encadenado, de Esquilo, y algo también, sin que las aceptemos como profecías, de las visiones de Ezequiel y del Apocalipsis del Aguila de Patmos.

Esto prueba que la razon humana, en su existencia y en su desarrollo, depende de una inteligencia infinita causa de todos los espíritus, y maestra de todos ellos. Para querer, no basta la sola facultad de querer, es necesario conocer lo que se quiere; pues nada es querido sin ser conocido.

A solas desahogaba la dama su oprimido corazón, pronunciando mudamente alguna frase iracunda, rencorosa: «Maldito cominero, ¿cuándo te probaré yo que no me mereces?... ¿No comprenderás nunca que una mujer como yo ha de costar algo más que un ama de llaves?... ¿No lo comprendes, bobito, ñoñito, ratoncito Pérez? Pues yo te lo haré comprender».

Veinticinco y veintiocho exclama . Caballo... Luego, dirigiéndose a , continúa: Son 20 pesetas tiradas... Este año llevo perdidas ya 15.000. ¡Como no se repita lo del año pasado...! ¿Sabe usted cuánto me costó la broma el año pasado? Pues 7.000 duritos justos. No se gana nunca, nunca... La ruleta gira vertiginosamente. Los azares despiden de cuando en cuando la bola con un ruido seco.

Figúrate que en la Habana veía, desde el castillo de Atarés, las señales del vigía del Morro, distinguiendo perfectamente los colores de las banderas. Pues desde ayer noto no qué. Algunos objetos se me oscurecen completamente, y cuando me da el sol, me pican los ojos... Desde mañana pienso usar gafas verdes. Estaré bonito. En cuanto al oído, ya te habrás enterado.

-Pues, ¿éste es el cuento, señor barbero -dijo don Quijote-, que, por venir aquí como de molde, no podía dejar de contarle? ¡Ah, señor rapista, señor rapista, y cuán ciego es aquel que no vee por tela de cedazo!

Podéis creerme añadió volviéndose a sus compañeros , más estimé yo aquel beso que si me hubieran puesto una onza de oro en la palma de la mano. ¡Está visto, hombre! ¡Pues bueno fuera! ¡Ni que decir tiene! Así aplauden todos las nobles palabras del viejo pastor.

Alberto comprendió la indicación y dirigiéndose solamente a su adversario repitió la pregunta. ¡Pues no he de querer continuar! prorrumpió Felipe. Amaury me ha ultrajado y, a menos que no me amplias explicaciones, no cejaré en mi empeño. Pues bien, yo me lavo las manos contestó Alberto; he pretendido evitar el derramamiento de sangre; mas ante tal obstinación hay que bajar la cabeza.

Vaya, pues, haciendo nuestro ilustrado gobierno de las suyas, que conforme ellas vayan saliendo, nosotros se las iremos alabando.

En la citada relacion se dice: «Diego Diaz totalmente se declaró judío en el tablado, i así con los dos reos Aponte i Botello se estaban haciendo señas como animándose para morir en su caduca lei; i reprendido por uno de los religiosos que le asistian, respondió: Pues, padre, ¿no es bien que nos exhortemos á morir por Dios?