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Actualizado: 10 de junio de 2025
La opinión, admitida sin correctivo, de que esto sucedía entonces con exceso, se refiere á un período, en que casi todas las potencias europeas miraban á los monarcas españoles con envidia y saña, cuya circunstancia nos avisa que no la aceptemos incondicionalmente y sin el examen debido.
Tomemos, pues, menos por lo serio las Odas de D. Eduardo Marquina para dejarle en paz con los poderes celestiales y prevenir cualquier milagro que le perjudique. Con tal limitación bien puede afirmarse que las Odas tienen algo a modo del Prometeo encadenado, de Esquilo, y algo también, sin que las aceptemos como profecías, de las visiones de Ezequiel y del Apocalipsis del Aguila de Patmos.
Aceptemos el rápido cambio que, en el individuo, existe entre sus diversos elementos; aceptemos la ley superior que enlaza los miembros vivos de un mismo cuerpo: humanidad. Por medio de sus sonidos que se creen confusos, articula muy claramente el mar sus suaves palabras.
Yo me resisto á creer que el comercio de exportación y de importación dé en Cuba para tan desaforado latrocinio. Aceptemos, no obstante, que el resguardo y los vistas ciegos envían á España los ocho millones. En todo lo demás que pone el Sr. Merchán como rendimiento de Cuba á España, es evidente que el Sr. Merchán delira.
Las turbas no tardarán en invadir esta casa para saquearla... No perdonarán a nadie. Mostrémonos dignos, aceptemos el martirio...». Se le atravesaba algo en la garganta... Callaron todos, atendiendo a los ruidos que en los pasillos de la ciudad sonaban y en el patio. Gran zozobra reinaba en toda la casa. Los vecinos salían a las puertas a saber noticias y a comunicarse sus impresiones.
Aceptemos, como si lo hubiésemos presenciado, como si hubiésemos sido testigos oculares de sucesos tan felices, que, en determinado momento, de súbito o con lentitud, por evolución suave o como se quiera, el mono de cierta clase se transformó en antropoide o en antropisco, estúpido y alalo todavía, y que un poco más tarde, por procedimientos análogos, el antropisco o antropoide adquirió la palabra, se soltó a hablar y se convirtió en hombre hecho y derecho.
Palabra del Dia
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