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Actualizado: 22 de octubre de 2025


La preocupación del dinero predomina sobre todas; el público sabe casi diariamente, por la publicidad de los periódicos, el estado de fortuna de un Vanderbilt o de un Stewart, lo que gastan en su mesa, la materia de que se componen los utensilios más insignificantes o característicos del hogar.

En la imposibilidad de transcribir la composición entera, daremos cuenta de ella según el arte y modo de la crítica ligera, haciendo resaltar algunas de sus caprichosas donosuras, y callando mucho de lo que contiene, por ser materia vedada a la publicidad.

Despidiéronse muy gozosos, y Fortunata se retiró con la mente hecha a aquel orden de ideas. ¡Un hogar honrado y tranquilo!... ¡Si era lo que ella había deseado toda su vida!... ¡Si jamás tuvo afición al lujo ni a la vida de aparato y perdición!... ¡Si su gusto fue siempre la oscuridad y la paz, y su maldito destino la llevaba a la publicidad y a la inquietud!... ¡Si ella había soñado siempre con verse rodeada de un corro chiquito de personas queridas, y vivir como Dios manda, queriendo bien a los suyos y bien querida de ellos, pasando la vida sin afanes!... ¡Si fue lanzada a la vida mala por despecho y contra su voluntad, y no le gustaba, no señor, no le gustaba!... Después de pensar mucho en esto hizo examen de conciencia, y se preguntó qué había obtenido de la religión en aquella casa.

Mi buena y queridísima amiga: debo comenzar por pedirte dos veces perdón: primero por haber lanzado a los cuatro vientos de la publicidad tu sabrosa carta desde «Los Carpinchos», contando con singular donaire expresivo tus cuitas, las volteretas de vuestra fortuna, tu excelente conformidad, el brío emprendedor de Ricardo en la estancia y sus esperanzas y las tuyas en un próximo y brillante porvenir.

El moreno seductor quedó cohibido por la escandalosa publicidad con que acogía esta señora sus insinuaciones misteriosas. Ferragut habló de acostar al badulaque sobre sus ostras y caracolas bajo un buen par de bofetadas. No sea usted ridículo protestó ella . ¡Pobre hombre! Tal vez tiene mujer y larga prole... Es un padre de familia que desea llevar dinero á casa.

No se limitaban á esto sus funciones: él pegaba carteles, complaciéndose sobremanera en vestir de colorines las esquinas de Madrid, coadyuvando de este modo á una de las grandes cosas de nuestro siglo, que es la publicidad.

Ricardo te envía un saludo y yo mi mejor abrazo. =Rosalía=.» Sólo me resta pedir disculpa a mi amiga Rosalía por lanzar su carta a los cuatro vientos de la publicidad. Lo hago porque, aparte el pequeño chismorreo final, la carta encierra una enseñanza y revela las mejores virtudes que pueden adornar a una mujer. Señora Rosalía Arregui del Moral de Pérez y Cámpora. «Los Carpinchos».

En Brusélas no solo se publican muchos periódicos diarios, revistas, libros y folletos nacionales, sino que buscan seguro asilo innumerables escritores que carecen de libre publicidad en su patria.

En una palabra: mis vecinos tienen el balcón por casa, excepto para dormir y vestirse; y ni aun en estas dos ocasiones quieren prescindir totalmente de la publicidad. Tremontorio y Bolina, especialmente, se mudan la camisa y los pantalones en medio de la sala ... con todas las puertas abiertas; pero donde se echan los botones y se amarran la cintura con la indispensable correa, es en el balcón.

Era el encargado de la publicidad de la casa, y de su pluma de viejo periodista, de vencido intelectual, salían los prospectos, los folletos, las memorias, las cartas en la cuarta plana de los periódicos, que pregonaban la gloria de los vinos de Jerez, y especialmente los de la casa Dupont, pero en un estilo pomposo, solemne, entonado, que no llegaba a adivinarse si era sincero o una broma que don Ramón se permitía con su jefe y con el público.

Palabra del Dia

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