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Actualizado: 1 de octubre de 2025


El doctor se volvió, lanzando hacia su mujer y su hijo una larga y profunda mirada... ¡La última! Ya no debía volver a verlos. El 8 de enero de 1871, los movilizados de Souvigny atacaban la aldea de Villersexel, ocupada por los prusianos, que habían almenado las paredes y habían formado barricadas en las casas. La fusilería estalló.

Si esos pueblos que usted nombra, las Austrias y las Prusias, fueran como Navalagamella, la canalla no los hubiera vencido, y se conoce que todos los austriacos y prusiacos son gente de mucha facha y nada más. No se dice prusiacos, sino prusianos indicó enfáticamente a su esposa el Gran Capitán. Bien, hombre: los rusos y los prusos, lo mismo da.

Muy hermoso..., muy hermoso replicó la anciana ; es muy sencillo: ¡quiero vengarme! Esos austriacos, esos prusianos, esos hombres rubios que nos han exterminado otras veces..., yo los odio..., yo los detesto de padres a hijos. ¡Eso es! Usted comprará la pólvora y ese loco miserable verá si nosotros vamos a reedificar sus castillos.

La moda de las estatuas ha llevado á los ingleses hasta el extremo: Wellington, que sin la oportuna ayuda de los prusianos, es derrotado en Waterlóo: Wellington, que vuelto á Lóndres despues de esta batalla, se ha dormido al compas de los vítores que le han dirijido, sin cuidarse para nada del ejército ingles, cuya organizacion por él descuidada ha producido los desastres de Oriente, ese Wellington, digo, tiene en Lóndres tres ó cuatro estatuas, cinco ó seis calles con su nombre, y otros tantos squares ó plazas, en donde se lee Wellington.

En cuanto a mi tragedia, estaba en Würzburgo, en poder de la señora de Sieboldt, y para llegar hasta allá necesitaba una autorización especial de la Embajada Francesa, porque los prusianos se acercaban a Würzburgo y era ya muy difícil el conseguir entrar en dicha población.

Descuido fue, que aquella vez, hija, no pude zafarme como cuando la del coche... ¡Ay!, estas cosas te las cuento a ti, porque que eres callada y no me has de hacer traición. ¡Si mamá lo supiera...! En fin, que el muy tunante se divirtió todo lo que quiso, y después la del humo. Llegó el 70, y al pobrecito Fenelón le mataron esos infames prusianos.

A veces también pasaban trenes tan lentos como el nuestro, cargados con grandes barcas, donde los soldados würtembergueses, amontonados como en una carroza alegórica, cantaban barcarolas a tres voces, al huir ante los prusianos.

Y mientras esperaba la llegada de los prusianos, paseábase con su uniforme de gala a través de los tres largos salones que el Rey le había concedido en el jardín de la corte, especie de Palais-Royal más verde y tétrico que el francés, rodeado de claustrales muros pintados al fresco.

Después de seguir por segunda vez á Garibaldi en la guerra de 1870, batiéndose contra los prusianos en Dijón, el movimiento insurreccional de la Commune le atrajo á París. Creo que lo hicieron general decía Atilio . En aquella mascarada trágica debió sufrir mucho. Lo cierto es que lo fusilaron las tropas del gobierno y nadie sabe dónde fué enterrado.

Fueme por lo tanto preciso aguardar en Munich a que la señora de Sieboldt tuviera ocasión de hacer llegar a mis manos la tragedia japonesa. ¡Rareza humana! Esos buenos bávaros, que tanto nos vituperaban por no haberles ayudado en esa guerra, no experimentaban la más mínima animosidad contra los prusianos.

Palabra del Dia

aprietes

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