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Actualizado: 4 de junio de 2025


Si la sentencia pasada de la bolsa del ganadero movió a admiración a los circunstantes, ésta les provocó a risa; pero, en fin, se hizo lo que mandó el gobernador; ante el cual se presentaron dos hombres ancianos; el uno traía una cañaheja por báculo, y el sin báculo dijo: -Señor, a este buen hombre le presté días ha diez escudos de oro en oro, por hacerle placer y buena obra, con condición que me los volviese cuando se los pidiese; pasáronse muchos días sin pedírselos, por no ponerle en mayor necesidad de volvérmelos que la que él tenía cuando yo se los presté; pero, por parecerme que se descuidaba en la paga, se los he pedido una y muchas veces, y no solamente no me los vuelve, pero me los niega y dice que nunca tales diez escudos le presté, y que si se los presté, que ya me los ha vuelto.

Voy á contar como vino el fiero sayón á ser víctima; cómo los odios que provocó se le volvieron lástima, y las nubes de maldiciones arrojaron sobre él lluvia de piedad; caso patético, caso muy ejemplar, señores, digno de contarse para enseñanza de todos, aviso de condenados y escarmiento de inquisidores.

Me ha dejado aturdido el grito del guarda dijo Lorenzo, por romper el silencio que siguió a la discusión que provocó Ricardo. ¡Realmente! ¡Qué pulmones! repuso Melchor, agregando: ¡Cómo se conoce que ese hombre vive viajando! ¿Y quién te dice que no vive en Buenos Aires? replicó Ricardo. ¡Sus pulmones, el timbre de su voz y el color de su cara!

Por fin encontraron el secreto de ponerse de acuerdo precipitándose los dos a un tiempo a la puerta, lo que produjo un ruido espantoso y provocó una risa enorme en el interior del salón. En cuanto se restableció la calma, siguió la conversación con toda su vivacidad.

Yo, que no he creído en nada, creo en su majestad irresistible, en su poder benéfico, que revoluciona nuestra existencia, haciéndola más cómoda y fácil... El dinero es también poesía, una poesía sobria, enérgica, intensa, más humana y conmovedora que la insincera y manida que ustedes vienen repitiendo hace siglos en sus versos. Esta afirmación provocó en Ojeda una risa franca.

Nicolasa provocó la declaración seria y definitiva. Hecha ésta, planteó los dos términos del fatal dilema: ó promesa formal de casamiento, ó despedida y nuevas calabazas ruidosas. D. Casimiro no pudo resistir y prometió casarse. Espantoso día de prueba fué aquel en que supo este triunfo el platónico Tomasuelo. Hasta entonces no había tenido rival que fuese más dichoso que él. Ya le tenía.

Herr Rath continuaba entre amigos su discurso, y los oyentes se sacaban el cigarro de los labios para lanzar gruñidos de aprobación. La presencia de Julio provocó una sonrisa de general amabilidad. Era Francia que venía á fraternizar con ellos.

No muchos años antes, el maestro de caligrafía de su colegio, un viejecito modesto y callado, en una comida en casa del director, como hubiera bebido algo más de lo justo, exclamó de repente: «¡Insisto en la necesidad de la reforma radical de la enseñanzaNaturalmente, aquello provocó un escándalo.

Recuerdo que una vez que observaba el monetario de un museo, provocó mi atención en la leyenda de una vieja moneda la palabra Esperanza, medio borrada sobre la palidez decrépita del oro.

Consiguieron esto, porque el cura, á fin de que no violasen el sagrado, les entregó varias pistolas y sables; mas no contentos con ellas, pedian otras con insolencia, y no teniendo el cura modo de contentarles, determinó subirse á la cima del rollo á predicar, y darse una disciplina en público: cuyo acto, lejos de enternecerlos, les provocó la risa, é insolentándose mas, le despidieron algunos hondazos, con cuya eficaz insinuacion le hicieron bajar bien á prisa.

Palabra del Dia

estaquis

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