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Don Juan pagó los Puros, dejando la vuelta como propina, y salió.

Lo cierto era que ante aquel rostro visto por primera vez, sentía en su memoria la misma impresión que al encontrar una cara amiga tras larga ausencia. El ermitaño, excitado por la esperanza de la propina, llevábalas hacia la ermita, a cuya puerta se asomaban curiosas su mujer y su hija, deslumbradas por los enormes brillantes que centelleaban en las orejas de la desconocida.

Dijo esto repetidas veces antes de volver al hotel, y lo pensó durante toda una noche de vigilia, cortada por pesadillas angustiosas. Bien avanzada la mañana le despertaron del sopor final las trompetas de los bersaglieri. Pagó su cuenta en el despacho del gerente y dió la última propina al portero, anunciándole que horas después vendría un hombre del buque á llevarse su equipaje.

Hice á mi mujer una seña, ella resistia por miramiento á los cuatro francos; pero otra señal la decidió, y salimos como habiamos entrado; digo mal salimos con 82 sueldos menos, pues á los 80 de estatuto tuve que añadir dos de propina; aunque la propina es un estatuto tambien..

Iniciada la amistad, y luego intimada merced a la regularidad del consumo de la copita y el buen pago diario, con propina de los dos o tres centavos sobrantes y sin aceptar el fiado ofrecido, un buen día el hombre se saca un anillo con un gran solitario, o un rico reloj de oro, con cadena maciza y vistosa, y dice al almacenero: ¡Vea!... ¡Hágame el favor de hacerme tasar esta prenda con algún joyero de su confianza, algún amigo de conciencia!... ¡Tengo necesidad de saber exactamente su precio!

El steward contestó rehuyendo sus ojos. Era un obsequio al pasajero de al lado, un alemán que pasaba las noches jugando en el café hasta que apagaban las luces. Sin duda, los amigos le habían dedicado esta alborada por ser su cumpleaños. Y vagó bajo su recortado bigote una sonrisa de servidor discreto que piensa en la hora de la propina y miente por no molestar al señor.

El juego costea los cruceros científicos, el carbón y el personal de las lejanas expediciones, la impresión de libros y revistas, las subvenciones á los jóvenes que desean perfeccionar sus estudios, el Instituto Oceanográfico de París, el Museo Oceanográfico de Mónaco donde usted trabaja, el Museo Antropológico... Y hay que contar que todo esto no es mas que una propina que abandonan los accionistas... ¡Lo que produce ese palacio que muchos encuentran horrible!...

Presentóse un buen negocio: el señor Sautriot, el confeccionador al por mayor, un hombre por el estilo de usted, un poco gastado, pero muy cortés. Ofrecióme una buena posición. JESSY. ¿El...? ¡Es la flor y nata de los hombres...! Me dió a escape todo lo que quería, y además me daba de propina lo que no quería. Me entrega dinero en forma de renta vitalicia. Procura hacerse perdonar su edad...

Es un sitio encantado, con buenos restauranes, donde se almuerza siempre con ostras y champagne y donde los ángeles camareros no le presentan a uno la cuenta ni quieren recibir propina. El paisano sonrió, pero poniéndose pronto serio exclamó como si se hablase a mismo: Si Dios no existe, ¿quién hizo el mundo?

¿Y esto, señorita? ¡Mire usted que es mucha plata! dijo Julia presentando el puñado de pesetas, fruto de la última propina. Eso es tuyo. Lo que yo te doy de menos él te lo da de más. Anda, que pronto se te acabará. Lo que hace falta es que usted acabe con él..., es decir, que empiece. Cuando la señorita se case me lleva de doncella, y luego, si Dios es servido... de niñera. ¡Ave María Purísima!