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Actualizado: 27 de mayo de 2025
Mientras tanto, mil ideas cruzaban la mente del almadreñero; estaba pensativo sin saber por qué. Unas veces pensaba en Gaspar, que no daba señales de vida; otras veces pensaba en la campaña, que se prolongaba indefinidamente. La lámpara alumbraba con reflejos amarillentos la casita llena de humo. Fuera, no se oía un ruido.
Su devoción había vuelto, no a renacer, pues no muriera nunca, pero sí a reavivarse y encenderse. A medida que se acercaba la hora crítica para Nucha, el capellán permanecía más tiempo de rodillas dando gracias al terminar la misa; prolongaba más las letanías y el rosario; ponía más alma y fervor en el cuotidiano rezo.
¿Y si se ha engañado? La justicia no se engaña, aunque es algunas veces engañada, que no es lo mismo. ¿Había, pues, en ese asunto alguien que tuviera interés en engañar á la justicia? Acaso. ¿Le conoce usted? No, no le conozco. En este momento Sorege, inquieto al ver que la conversación de Tragomer y de su prometida se prolongaba, apareció en la puerta del salón.
Las noches eran apacibles y calurosas, y la tertulia se prolongaba a veces hasta las nueve y media o las diez. Miguel se fue acostumbrando a asistir a ella, dejando las visitas a la generala para otras horas. Sentábase a menudo al lado de Maximina y se complacía en regalarle el oído. Si nos preguntasen si creía lo que la iba diciendo, nos sería casi imposible contestar.
Curioso espectáculo en verdad el que ofrecía Chinto, descolorido, flaco, casi harapiento, cuidando de aquella mujer que no era su madre, que siempre le había tratado con dureza; y mientras él mondaba las patatas para el caldo del día siguiente, o mullía el jergón de la impedida, Amparo regresaba, a la plateada luz de la luna de verano, que prolongaba sobre la carretera de la Olmeda la sombra de los majestuosos árboles, de alguna cita en lugares escondidos, en los solitarios huertos, o en el desierto camino del cerro de Aguasanta.
El discreto Golfín se sentó tranquilamente como podría haberlo hecho en el banco de un paseo; y ya se disponía a fumar, cuando sintió una voz... sí, indudablemente era una voz humana que lejos sonaba, un quejido patético, mejor dicho, melancólico canto, formado de una sola frase, cuya última cadencia se prolongaba apianándose en la forma que los músicos llamaban morendo, y que se apagaba al fin en el plácido silencio de la noche, sin que el oído pudiera apreciar su vibración postrera.
Las madres burguesas, con el gesto melancólico de la que ha malgastado torpemente su existencia, aconsejaban á las hijas: «Para casaros que sea con automóvil y collar de perlas.» Y más allá del matrimonio modesto se prolongaba este deseo, robustecido por el consejo maternal.
Y ella decía que sí, mirando al amante con sus ojazos tristes, mientras se llevaba a la cara el mazo de violetas, oliéndolo con delectación. Nogueras carraspeó con insistencia llamando a Maltrana. La entrevista se prolongaba demasiado: otro día, más. Isidro cogió la mano amarillenta que ella le tendía. Adiós, Feli... Adiós, nena. Volveré. La enferma le recordó su promesa.
El agua negra reflejaba las serpientes rojas y verdes de las luces de los buques. Un trasatlántico prolongaba las operaciones de carga al resplandor de sus reflectores eléctricos, destacándose sobre esta lobreguez con la animación de una fiesta veneciana. De tarde en tarde un hombre de lento paso entraba en el círculo de un reverbero, brillando el cañón de su fusil.
Las miradas de doña Águeda, algo más gruesa, más joven y más bondadosa que su hermana, iban cargadas de estas preguntas cuando se clavaban en Anita al darle un caldo. La huérfana sonreía siempre; daba las gracias siempre. Estaba conforme con todo. Las tías veían con impaciencia que se prolongaba aquel estado. La niña no acababa de sanar, ni recaía; no se presentaba ninguna solución.
Palabra del Dia
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