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Actualizado: 3 de mayo de 2025
Publica una traducción de los dramas de Shakspeare y me pide que escriba yo un breve prólogo. Esta distinción honrosa, este aprecio que de mí hace D. Jaime Clark, me lisonjea por extremo; pero el apuro no es menor para mí. ¿Cómo, por breve que el prólogo sea, he de prescindir del autor traducido y he de limitarme a juzgar la traducción solamente?
Créese que el romance sobre los celos, de que habla en su Viaje al Parnaso, es el del Romancero, que comienza: Yace donde el sol se pone. Prólogo á las Novelas.
Durante el prólogo, sus sonrisas eran un estímulo; después, una mueca de doloroso hastío. ¿Araceli? ¡Pobre muchacha! Tez de rosa enfermiza, piel dorada con reflejos de ámbar. Cuando se destrenzaba el pelo, dejándolo caer suelto hebra a hebra en torno del cuerpo, envolviéndose en un manto de oro luminoso, parecía la diosa del pudor. ¿Por qué estaría siempre triste?
Las loas de Lope son, por punto general, monólogos, no pequeños dramas que formen como el prólogo de la acción posterior, como se usaron á veces en otras obras.
Por el prólogo le aumentaría cincuenta duros, pero tendría que lucirse, haciendo un trabajo que asombrase y apabullase a los otros caudillos de grupo que osaban discutir en el Congreso con el ilustre jefe. Estos son misterios de alta política. ¡Qué honor para usted conocerlos siendo tan joven!
L. Tieck, en el prólogo á su traducción de Marcos de Obregón, da á esta tragedia singulares alabanzas y la prefiere á El médico de su honra; pero estimando en lo que merece el juicio de tan eminente crítico, y á pesar de todas las bellezas de la obra de Rojas, que confesamos, no podemos menos de atribuir la palma á Calderón.
Las puertas sólo habían sido chamuscadas: la presencia de la autoridad había disuelto el grupo incendiario, extinguiendo el fuego. Era ya más de mediodía. Los grupos se aclaraban: todos se iban á comer. Aquello sólo había sido el prólogo de lo que ocurriría después. A la tarde, aquí se decían unos á otros al alejarse. Aresti entró en el restaurant del Suizo.
¡Qué hombre, amigo Maltrana! exclamaba el senador . ¡Que talentazo! ¡Y qué modo de escribir tan... castizo! Se olvidaba, en su entusiasmo, de quién era el que le escuchaba, y seguía en sus elogios al jefe y a la bondad con que le cubría de alabanzas en varios pasajes del prólogo. El marqués de Jiménez no pensaba publicar otro libro hasta el año siguiente. Era un mal el prodigarse.
Dicho escritor me pide un prólogo para la historia que piensa publicar, y me despido del asunto hasta entonces. Me han contado hoy cierta aventura muy notable de una mujer de Batiñoles. Esta mujer, que es una verdulera, supo que se habia abierto una suscricion á favor del célebre poeta de Lamartine, con el fin de que pudiera rescatar un castillo feudal, que tenia empezado.
Arnoldo Le Poer lanza en la Irlanda de 1327 este terrible insulto al caballero Mauricio de Desmond: «Sois un rimador.» Por lo cual se empuñan las espadas y se traba una riña, que es el prólogo de guerra sangrienta.
Palabra del Dia
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