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Actualizado: 3 de mayo de 2025


La primera es algunas palabras que he leído en el prólogo; la otra, que el lenguaje es aragonés, porque tal vez escribe sin artículos, y la tercera, que más le confirma por ignorante, es que yerra y se desvía de la verdad en lo más principal de la historia; porque aquí dice que la mujer de Sancho Panza mi escudero se llama Mari Gutiérrez, y no llama tal, sino Teresa Panza; y quien en esta parte tan principal yerra, bien se podrá temer que yerra en todas las demás de la historia.

Una antecámara alhajada de tal modo, era un deslumbrante prólogo que hacía presentir verdaderas maravillas en las habitaciones principales. ¡He aquí, he aquí el sumidero de España! murmuró entre su embozo Quevedo ; ¡ah don ladrón ministro! ¡ah sanguijuela rabiosa! ¡Tántalo de oro! ¡chupador eterno! ¡para qué se han hecho los dogales! Y adelantó.

Probablemente alude al canto, que precedía á toda representación, no al prólogo ó loa propiamente dicho, que á veces se acompañaba también con música. Voyage d'Espagne, curieux, historique et politique fait en l'annie 1665: A París, chez Charles de Lerey, 1665, pág. 28. Relation du voyage d'Espagne de la comtesse d'Aulnoy: A la Haye, 1705. Voyage d'Espagne curieux, etc., pág. 110.

Fué admirable en la poesía pastoril; y en este modo, ni entonces, ni después acá, ninguno le ha llevado ventaja; y aunque por ser muchacho yo entonces, no podía hacer juicio firme de la bondad de sus versos, por algunos que me quedaron en la memoria, vistos agora en la edad madura que tengo, hallo ser verdad lo que he dicho; y si no fuera por no salir del propósito de prólogo, pusiera aquí algunos que acreditaran esta verdad.

Cuando puesta en contacto con Félix Aldea apreció su valer y notó su inclinación por ella, se fijó primero, pensó después, vaciló luego, y finalmente llegó a decirse que aquel hombre joven y juicioso, hermoso y varonil, obsequioso sin afectación, galante sin lisonja, era quien mejor merecía, si no su amor, al menos aquella simpatía que la mujer dispensa como prólogo de más dulces concesiones.

Si volvemos á examinar todo este discurso, y además ciertos pasajes de índole análoga en el Viaje al Parnaso, en el Prólogo á las últimas comedias, etc., no se nos ocultará que estos juicios críticos son en parte muy verdaderos y oportunos, y en parte infundados, arbitrarios y fútiles.

Así como se desprende del prólogo que fué representada, así también deja presumir su objeto que dicha representación se hacía el Viernes Santo. Por lo demás, se ha defendido con muy sólidas razones que San Gregorio es el autor de este drama, en cuyo supuesto encontramos uno religioso representado en el siglo IV. No es, sin embargo, el único de esa época de que tenemos noticia.

Así lo había declarado en efecto el maestro francamente en el prólogo que puso al volumen de poesías titulado Engaños y Desengaños, publicado por nuestro joven el año anterior. Merced a este prólogo, el libro había logrado una resonancia que no alcanzan de ordinario las producciones de los poetas noveles.

Así lo afirman y lo cantan los tres arcángeles en el maravilloso prólogo del Fausto. Ello será, sólo Dios sabe de qué suerte. Lo único que yo afirmo, con el apoyo de los tres arcángeles, cuyo cantar aplaudo, es que no crece ni mengua, en su conjunto, la cumplida perfección de lo creado.

Y en el prólogo al tomo XVI de sus Comedias: «El arte de las comedias y de la poesía es la invención de los poetas príncipes, que los ingenios grandes no están sujetos á preceptosPero de esto no se deduce de ningún modo, que deba darse cuenta satisfactoria de la independencia, con que procedía.

Palabra del Dia

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