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Actualizado: 28 de junio de 2025
En Paris no tienen absolutamente nada de extraño las cosas más extrañas. Pues la buena mujer de Batiñoles supo la suscricion á que me refiero, supuso que el poeta se hallaba en grandes conflictos, y repetia frecuentemente: ¡pobre señor Alfonso de Lamartine! ¡Qué apurado estará! Y hoy guardaba un franco, otro franco mañana, y así fué reuniendo hasta cuatro napoleones.
Con este ó semejante motivo, se han abierto ya dos suscriciones, que no habrán importado menos de trescientos mil duros. ¡Un republicano acude á la caridad europea, para desempeñar un castillo feudal! ¡A la suscricion de un republicano francés, contribuyen en primer lugar los lores ingleses! Esto seria extraño, muy extraño, en cualquier país de la tierra; en Paris, no.
A ver, doña Guillermina, espere un ratito añadió Ramón . ¿Es cierto lo que me han contado, que usted, cuando no cae bastante dinero en la suscrición para la obra, le cuelga a San José un ladrillo del pescuezo para que busque cuartos? El señor San José no necesita de que le colguemos nada, pues hace siempre lo que nos conviene... Con que buenas noches; ahí les queda ese caballerito.
Basta, basta, no cite usted más obras ni me enseñe más carteras. Ya le dije que no me gustan libros por suscrición. Se extravían las entregas, y es volverse loco... Prefiero tomar alguna obra completa. Pero no tenga prisa. Estará usted cansado de tanto correr por ahí. ¿Quiere tomar una copita? Muchísimas gracias. Nunca bebo.
Los bilbaínos se dijeron: «Hagamos con nuestros propios recursos un ferrocarril que nos ponga en comunicacion con Madrid y Burdeos, ligándolo al que debe pasar por Irun y Búrgos.» La suscricion quedó abierta inmediatamente, y en una semana los vecinos de Bilbao llenaron la suma de 3,500,000 pesos presupuesta. ¡Y Bilbao cuenta apénas 16,200 habitantes!
Dicho escritor me pide un prólogo para la historia que piensa publicar, y me despido del asunto hasta entonces. Me han contado hoy cierta aventura muy notable de una mujer de Batiñoles. Esta mujer, que es una verdulera, supo que se habia abierto una suscricion á favor del célebre poeta de Lamartine, con el fin de que pudiera rescatar un castillo feudal, que tenia empezado.
Pero al encargarse Gil de la parroquia tomó este asunto con calor; convocó a los vecinos más ricos de la villa y abrió una suscrición, que dio buen resultado; logró que el ayuntamiento otorgase una crecida subvención; fue a Lancia e interesó al prelado y a varios próceres, que le prometieron su concurso. En fin, después de muchas vueltas y sudores, la nueva iglesia era un hecho.
Palabra del Dia
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