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Actualizado: 22 de mayo de 2025


Jamás permitía Magdalena que nadie le ayudase en aquella importante operación del peinado: primero por horror instintivo a que otra mujer le manosease la cabeza, y además porque deseaba estar sola cuando su amante, según costumbre, iba siempre a la misma hora para deleitarse contemplándola bien arrellenado en un sillón, mientras sus manos primorosas se hundían y surgían de entre las matas de la cabellera, formando altos y bajos, bucles, ondas y rizos hasta dejar prieto y sujeto el moño con horquillas doradas, mientras los pelillos revoltosos de la nuca, que llaman tolanos, quedaban sueltos en torno de su cuello como rayos de un nimbo roto.

Si sois un caballero principal, no querréis más que burlaros de . Vamos claros. te casas con repugnancia con el viejo Cosme Prieto. ¡Ah! , señor; con mucha repugnancia. eres muy joven y puedes esperar. Como que no tengo más que diez y ocho años. Pero apuesto cualquier cosa á que si Prieto se casa contigo, es porque no ha podido ser tu amante.

Hoy por hoy, Bilbao es ya una ciudad donde el dinero se cuenta por millones, y esta ciudad resulta doblemente extraordinaria porque se encuentra situada en el país de la calderilla. Indalecio Prieto, el actual diputado por Bilbao, es un diputado socialista, pero socialista para obreros.

Entre los grandes estadistas que contribuyeron a la formación de la república así como existe hoy, uno de los más grandes fué don Diego Portales, el que era ministro de hacienda bajo la presidencia de Prieto. Portales arregló el sistema financiero y a él se debe la formación de la constitución actual. De 1879 a 1883 hubo una guerra entre Chile por un lado y el Perú y Bolivia por el otro.

puedes llevar á tu familia, vivir en un palacio. ¡Oh, Dios mío! Quiero que pases por una dama principal. ¡Oh, descuidad!... no os avergonzaré, no diré á nadie que he estado sirviendo. Lo quiero... no por , que eres harto hermosa para que pueda disculparme, sino por ti. , por ti y por . ¡Oh, Dios mío y qué feliz soy! ¡Cuando pienso que he estado á punto de casarme con Cosme Prieto!

Yo el Capitan de dragones de este Real Ejército, y Comandante de dicha plaza, D. José Maria Prieto: habiendo tenido órden verbal del Coronel de caballeria, Maestro de Campo, General y Gobernador de esta frontera D. Ambrosio de O'Higgins, para tomar declaracion al capitan de la reduccion de Maguegua, D. Fermin Villagran, sobre noticias que ha adquirido en su dicha reduccion, por un indio Guilliche, de un establecimiento de españoles, situado en un parage llamado Muileu, le hice comparecer ante , y le mandé hacer la señal de la cruz, bajo la cual prometió decir verdad, y lo que sabe sobre este asunto, con toda individualidad en cuanto fuese preguntado: y habiéndolo sido sobre qué es lo que sabe del citado indio; dijo: Que habiendo pasado á su reduccion á dejar al cacique Loncomilla, de resultas de habar bajado éste á ver al Sr.

D. José Botello, Alcalde del barrio número 16, cuartel cuarto; el Sr. D. Fermin de Tocornal, Alcalde del barrio número 20, cuartel quinto; el Sr. Capitan urbano D. Francisco Mansilla, Ayudante mayor interino de esta plaza; el Sr. D. Francisco de Prieto y Quevedo, vecino y de este comercio; el Sr.

Mucho más cuando al otro es seguro que ya habíamos tenido también que echarlo abajo anteriormente. No veo en qué puede convenirle a un hombre soltero, que ejerce una profesión liberal, el que le gobiernen el Sr. Dato o el señor Maura, el Sr. García Prieto o el Sr. Sánchez de Toca.

Vista de espalda, descubría por bajo del sombrero gran parte del rodete bien prieto, formado por una cabellera rubia oscura, surcada de hebras algo más claras, que, heridas por la luz, parecían de oro. Su andar era pausado y firme; pisaba bien y sus movimientos estaban animados por una gracia encantadora.

Al verse Quevedo con un bulto encima, y espada en mano, echó al aire la suya, y embistiendo á Juan Montiño, exclamó con su admirable serenidad, que no le faltaba un punto: Muy obscuro hace para pedir limosna; perdone por Dios, hermano. Y á pie firme contestó á tres tajos de Juan Montiño, con otras tantas estocadas bajas y tales, que el joven se vió prieto para pararlas.

Palabra del Dia

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