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Actualizado: 24 de julio de 2025


serás siempre la misma Manuela, la loca, la pretenciosa, y morirás cuando gastes el último céntimo. Cada uno nace con su carácter, y eres de aquellos a quienes el pobre papá cantaba la antigua copla: /* Arròs y tartana, casaca a la moda, ¡y ròde la bola a la valensiana! */

Llegaron a la calle de Rebollo, número 68, y paró el coche ante el hotel, especie de bombonera, más pretenciosa que artística, más bonita que lujosa.

Junto al techo, a guisa de friso, alineábase un saldo de fotografías amarillentas, mezclándose las vistas de la Habana y de los bulevares de París y Viena con reproducciones de la Fuente de la Teja y el Viaducto. Cabezas de angelotes pintarrajeadas y doradas, restos de una anaquelería de tienda pretenciosa, aparentaban sostener las viguetas del techo.

Eternos manzanos en eternas praderas, zanjas y lomas pobladas de arboledas, limitando la vista por ambos lados del camino; cuando más algunos pequeños recodos de gracia campestre, todo me hacía pensar desde la víspera que la poética Bretaña no era sino una hermana pretenciosa de la Baja Normandía.

La más célebre y la mejor de ellas es La presumida y la hermosa: su intriga ó enredo es muy divertido, y están bien caracterizados los tipos de dos hermanas, una de más edad, loca, pretenciosa y presumida, y la más joven dotada de gracia natural, y simpática á todos; pero, sin embargo, echamos de menos en ella esa inspiración poética que combina elementos aislados, hábilmente dispuestos, infundiéndoles animación y vida.

En el centro, la torre señorial, que se veía desde Jerez, dominando las colinas cubiertas de viñas que hacían de los Dupont los primeros propietarios de la comarca: una construcción pretenciosa de ladrillo rojo, con la base y los ángulos de piedra blanca; unidas las agudas almenas de su remate por una barandilla de hierro que convertía en terraza vulgar el coronamiento de una obra semifeudal.

Tan sólo la duquesa de Bara, fiel a la consigna del caudillo, habíase apresurado a sentarse entre las dos ministras cesantes: la de Martínez, mujer sencillísima y modesta, que se hallaba allí como gallina en corral ajeno, y la de García Gómez, cursi pretenciosa, que pretendía deslumbrar a pájara tan larga como la duquesa con sus alardes de elegancia y de buen tono.

Al agrandarse el monasterio, había abarcado en sus nuevas construcciones al viejo castillete de Loyola, dejándolo dentro de su recinto, pegado á la nueva edificación. La pequeña casa, que aún parecía más mezquina al ser tragada por el monasterio, resultaba lo más hermoso de toda aquella balumba de albañilería pretenciosa.

A un lado, el teatro Arriaga reflejaba en las aguas del Nervión su arquitectura pretenciosa cargada de cariátides y estatuas; al otro, extendía el paseo sus filas de plátanos, por entre cuyas copas asomaban los mástiles y chimeneas de los buques atracados á la orilla.

Palabra del Dia

godella

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