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Actualizado: 27 de junio de 2025


Y se llevó heroicamente otra vez a la boca la varilla de bronce. Era inminente salvarla. El orgullo, sólo él, la precipitaba de nuevo a aquel infernal humo con gusto a sal de Chantaud, el mismo orgullo que me había hecho alabarle la nausebunda fogata. ¡Psht! dije bruscamente, prestando oído; me parece el gargantilla del otro día... debe de tener nido aquí...

Y yo respondo: prestando a réditos del ocho por ciento al mes, y más los años de hambre, y metiendo miedo a todo el mundo para que le paguen bien y no le nieguen una miserable deuda de un duro... Y usted dirá: ¿de dónde saca ese Primitivo o ese ladrón el dinero para prestar?

Llamábase el visitante D. Aurelio Miranda, y desempeñaba en León uno de esos destinos que en España abundan, no por honoríficos peor retribuídos, y que sin imponer grandes molestias ni vigilias, abren las puertas de la buena sociedad, prestando cierta importancia oficial: género de prebendas laicas, donde se dan unidas las dos cosas que asegura el refrán no caber en un saco.

Al oír mentar á los jesuítas, Urquiola dió un respingo en su asiento. Ahora se sentía en terreno fuerte: era como si atacasen á su familia. Y miró á las dos mujeres, como invitándolas á que presenciasen el gran vapuleo que iba á dar al impío... ¿Qué tenía que decir de los jesuítas? Eran unos sacerdotes sabios, prudentes y buenos, que se sacrificaban por dirigir á las gentes hacia la virtud. Ellos, siguiendo al glorioso San Ignacio, habían contenido la infernal propaganda de Lutero, atajando la revolución religiosa, prestando á los pueblos latinos la gran merced de evitarles este contagio. Eran el brazo derecho del Papa; los que mantenían en toda su pureza el catolicismo. ¿Y sabios?...

Gabriela observaba atentamente el magnífico espectáculo de la puesta del sol, prestando atento oído a los ruidos del campo, a los rumores del río, a los zumbidos extraños con que los insectos saludan el advenimiento de la noche; yo, recostado en el tronco de aquel árbol gigantesco, no apartaba los ojos de la encantadora señorita.

En aquel momento la palidez de Clara aumentó súbitamente, porque creyó que sentía abrir la puerta de la escalera; pero Claudio la tranquilizó diciéndole que se equivocaba. No temas nada dijo prestando atención; nadie puede venir. ¿Pero á qué está usted aquí más tiempo? dijo ella, repuesta del susto. ¿No le he dicho ya lo que quería saber? , y me voy. Ahora , me voy; pero es para volver.

Atiende a lo que haces, y ya que te expones tanto prestando los dineros, que sea con algún fruto. Yo no me derrito, yo atiendo a lo que hago contestó don Ramón ; pero en vez de responder a las injurias con otras injurias quiero ser magnánimo y responder con favores y beneficios.

Jaime hizo un gesto de extrañeza, prestando mayor atención a las palabras de Pep. Este se expresó con cierta timidez, embarullándose en sus palabras. Los almendros eran la mejor riqueza de Can Mallorquí. El año anterior la cosecha había sido buena, y éste no se presentaba mal. Se vendía a buen precio a los patrones, que la embarcaban para Palma y Barcelona.

Como un delirante, profería, ahora, interjecciones soberbias, creyendo menear aún en la mano el acero mortífero; y la lucha, entre el resplandor de las antorchas y de los haces de luna, se reconstruyó en su imaginación: Habiendo retrocedido algunos pasos, dibujó con la espada en el aire un reto circular y magnífico, prestando a la hoja terrible apariencia.

Así iba la hermandad siguiendo su obra meritoria y prestando señalados servicios, cuando un día de los comienzos de 1591 se presentó en la casa de la hermandad el veinticuatro don Juan Pérez de Guzmán y con dos ó tres alguaciles se apoderó por fuerza de cuanto allí había, llevándose cuarenta niños que á la sazón estaban recogidos y cargando con las camas, las mantas y demás menaje, así como con algún trigo, cebada, garbanzos y habas, que había sido adquirido por el administrador.

Palabra del Dia

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