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Actualizado: 9 de junio de 2025


Supongo que no me seguirá usted me dijo. Eso ofrecería mil inconvenientes para usted y para . Era la primera vez que la veía preocuparse de poner a salvo su propia seguridad. Ocho días después de su partida recibí de ella una carta admirablemente seria y buena.

A veces, cuando la urgencia del asunto lo requería, encendía el gas y seguía en su tarea, sin preocuparse de la hora, ni de la que marcara su estómago, mientras su aristocrático socio faroleaba en Palermo, descuidado.

Poco a poco iba exhibiéndolos. Cada día reparaba D. Francisco algo nuevo, trabándose una discusión que ella intentaba aplacar con graciosos embustes y con caricias y términos dulzones. Pero no siempre lo conseguía, y el honrado señor llegó a preocuparse seriamente de aquellos lujos que salían por escotillón, como las sorpresas de teatros.

En cuanto á la desproporción entre nuestras armas y nuestras máquinas, no debe usted preocuparse de ella. Vivimos organizados como queremos, como á nosotros nos conviene.

Los múltiples brazos armados de ventosas funcionaban como aparatos de presión. Les servían para asir y mantener su presa, para rampar y correr. El ojo vidrioso de uno de los monstruos asomando y desapareciendo entre los blandos repliegues evocaba los recuerdos de Freya. Habló á media voz, para ella misma, sin preocuparse de Ferragut, que estaba desorientado por la incoherencia de sus palabras.

Las mujeres sólo tienen que preocuparse por unas horas del acto maternal, é inmediatamente vuelven á sus trabajos, sin guardar huella alguna del accidente. Mi colega el profesor de Física debe estar á estas horas trabajando en su laboratorio. Pero ¿quién cuida á los hijos? preguntó el gigante. Les cuidan los varones, como es su deber.

»Tal fue, Amaury, la entrevista que celebré con mi tío. Siempre que José viene a París, le pregunto por su amo, y como mi tío, para quien todo es indiferente, no le ha prohibido que responda a mis preguntas, me entero de lo que hace y cómo vive. »Todas las mañanas, sin preocuparse para nada del tiempo que pueda hacer, baja al cementerio para dar, según él dice, los buenos días a Magdalena.

Tal es la situación de esa antigua y rica colonia; los hombres de estado empiezan a preocuparse seriamente de ella; pero, dada la naturaleza de las causas que determinan el malestar, es bien difícil encontrar el remedio sin ir contra las ideas absolutas de igualdad que hoy imperan en Francia. En Venezuela. La despedida. Costa-Firme. La Guayra. Detención forzosa. La cara de Venezuela.

Tal vez ha ido á Fuerte Sarmiento con don Moreno para el entierro de mi pobrecito patrón. Al quedar sola, Elena empezó á preocuparse de su esposo, personaje olvidado que parecía resurgir con nueva importancia. Estaba acostumbrada á considerarlo como un ser falto de voluntad, pronto á aceptar todas sus ideas y creyendo lo que ella quisiera hacerle creer.

Como su indignación necesitaba fijarse en algo inmediato, hizo responsables de la gran locura á sus mismos compatriotas. ¡Tanto hablar de la revancha! ¡Preocuparse durante cuarenta y cuatro años de dos provincias perdidas, cuando la nación era dueña de tierras enormes é inútiles en otros continentes!... Iban á tocar los resultados de tanta insensatez exasperada y ruidosa.

Palabra del Dia

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