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Actualizado: 9 de mayo de 2025
El pretendiente, en esos días, se preocupa todo lo que puede preocuparse un indio; busca una especie de hombre bueno, que se le conoce con el nombre de amang-cruz, y con este, y algunas veces la música, se dirige á la casa de la dama de sus pensamientos, siendo de advertir que ya con anticipación se ha procurado se le comunique la noticia.
La misa pasó en un soplo; el cura volvió hacia la sacristía, haciendo pausadas genuflexiones ante los altares, y cuando Pepe quiso salir halló obstruida la puerta por un grupo de gente que se le había adelantado, obligándole a detenerse. Ellas dos se dirigieron también a la salida. La vieja no le vio; iba pugnando porque no la estrujaran, sin preocuparse de otra cosa; pero Paz le sorprendió en el momento de levantar el seboso cortinón de la puerta.
Todas las mujeres del pueblo, sin exceptuar las que eran comadres suyas, irían contra ella porque estaba al servicio de la marquesa. A la misma hora del anochecer entró Watson en el pueblo. Después del terrible suceso de la mañana había tenido que preocuparse del cadáver de Pirovani, acompañando á los padrinos de éste y al médico. Primeramente lo guardaron en un rancho ruinoso cercano al río.
Cuidábase poco de su madre y de su hermana, sin preocuparse de merecer su beneplácito. Desde la primera mirada, vió cómo ellas aborrecían a la niña de Luzmela, y, sin protestar de esta monstruosidad, él se puso a quererla, porque le pareció digna de cariño.
Amén de este equilibrio espiritual, un director inteligente debe preocuparse de buscar, entre las diversas partes de su compañía, cierta armonía física.
Al preocuparse con la suerte de esos pobres huérfanos, al buscar con afán los medios de que vivan, obedece usted inconscientemente las órdenes de esa fuerza malvada. Cuando no le basta el atractivo del placer para la conservación de la vida, apela al sentimiento de compasión que ha puesto dentro de nosotros.
La mujer ocupaba tan poca plaza en el mundo antiguo, que era fácil tratarla como una cantidad despreciable; y sin preocuparse de lo que podía pensar, los señores hombres no pensaron más que en hacer una vida de placeres y de feliz quietud, exenta de los cuidados de la paternidad y de las cargas de familia.
Mientras la inmortalidad sea una cosa tan parecida a la vida corriente, y mientras en ella deba uno preocuparse también del almidonado de la tirilla, no creo que valga la pena ser inmortal. Parece que hay escritores a quienes el público anima dirigiéndoles, con más o menos frecuencia, cartas de aprobación.
Eran alemanes de América, especialmente del Brasil, de Argentina y Chile, que habían pretendido volver á su país en los primeros momentos de la guerra, quedando aislados en Barcelona, sin poder continuar su viaje, por miedo á los cruceros franceses é ingleses que vigilaban el Mediterráneo. Al principio ninguno había querido preocuparse de su instalación en esta tierra extraña.
Hubiera sido un atentado contra las leyes establecidas por los antiguos, más conocedores de la vida que los hombres del presente. El hermano del herido ó del muerto sólo atendía al que estaba en el suelo, sin preocuparse de atajar á su agresor. Tiempo le quedaba de ir en busca del que se había «desgraciado», allá donde estuviese, para «desgraciarse» á su vez, ejerciendo el derecho de la venganza.
Palabra del Dia
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