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Prim murió, sin embargo, el día 30, llevándose a la tumba la clave del misterio, y tres meses después publicaba la Gaceta un real decreto nombrando al marqués de Sabadell ministro plenipotenciario de la corte de España en Constantinopla. «Me he convencido escribía al presidente del Consejo el nuevo embajador que mis disposiciones naturales son para la vida de Oriente, y pongo todas mis ilusiones en El Cairo, Bagdad, Ispaham o Constantinopla

Así se hizo en efecto, y mientras esto ocurría, yo continué de ministro plenipotenciario en situación expectante, recibiendo del príncipe de Polignac cuantas distinciones eran compatibles con mi obstinado empeño de no tomar parte alguna en los trabajos del Gobierno.

Alfonso ha regresado a París, donde fue muy bien recibido por todos, y particularmente por el rey Carlos X. Se le hubiera nombrado inmediatamente primer secretario de Estado en España, si hubiese querido aceptar; él prefiere esperar para ir a Londres, lo cual se le ha prometido para dentro de un año; allí será solamente ministro plenipotenciario.

En toda la casa no se oía ni el ruido de una mosca, pues el Ministro Plenipotenciario del principal era hombre solo, y fuera de las noches de recepción, que eran muy contadas, creeríase que allí no vivía nada. Por la solitaria calle de las Aguas se comunicaba brevemente Feijoo con su ídolo.

De las heridas que el derrotado plenipotenciario de Constantinopla llevaba en el alma, ninguna escocía tanto a su vanidad, ninguna irritaba tanto su soberbia como el que fueran sus vencedores una beata y un fraile. En el paroxismo de su furor imaginábase estrangular algún día a la taimada Villasis con el pañuelo a cuadros azules y amarillos del hipócrita Cifuentes. Fin del libro segundo Libro III

Vinieron también el barón y la baronesa de Rag por primera vez. Clementina les dió la preferencia colmándoles de delicadas atenciones. El barón era plenipotenciario de una nación importante. El ministro de Fomento Jiménez Arbós, Pinedo, Pepe Castro y los condes de Cotorraso entraron casi a la vez. A última hora, cuando faltaban pocos minutos para las siete, llegó Lola Madariaga y su marido.

Preciso era tirar por otro camino, y la casualidad trajo a Jacobo quién había de indicárselo. Era este Diógenes, que acudía muy de mañana, atraído por el dinero que se le figuraba traer el plenipotenciario, como los buitres acuden al olor de la carne muerta.

Inició su carrera de escritor en "La Tribuna" y "El Nacional". En 1875 fue diputado al Congreso; en 1880 director general de correos y telégrafos; después de 1881 ministro plenipotenciario en Colombia, Austria, Alemania, España y Francia. En 1892 fue Intendente de Buenos Aires y poco después Ministro del Interior y de Relaciones Exteriores.