United States or Trinidad and Tobago ? Vote for the TOP Country of the Week !


Ramiro sabía harto bien lo que aquello significaba, y tembló por la doncella, ante el pavoroso recurso de la hechicería. Esa misma tarde, paseándose con el Canónigo por la plazuela de la catedral, refiriole Ramiro, por primera vez, su entrada en la casa de los moriscos y el comienzo de su aventura con Aixa, como si todo acabara de suceder.

En la plazuela de la Marquesa o de la Libertad, se halla la casa de la Comunidad. En ella estuvo el Instituto provincial, en ella celebró sesiones la Diputación, en ella se recibían los quintos de la ciudad y de la provincia, y en ella existe hoy el casino llamado del Porvenir.

Y sin embargo, era de creer que había guerra, puesto que aquella misma noche, cuando regresaba a Munich, vi en una plazuela, abrigada y recogida como una capilla de iglesia, cirios que ardían alrededor de una Maria-Säule, y mujeres arrodilladas, cuyos prolongados sollozos eran interrumpidos por las plegarias.

Don Pompeyo, que daba diente con diente, de frío con fiebre, se detuvo en lo más alto de la calle de la Rúa para contemplar aquella muchedumbre apiñada a los pies de la torre, en tan estrecho recinto, cuando podía extenderse a sus anchas por toda la plazuela. «Ya sabía lo que era.

Cada día dijo el Estudiante hay cosas nuevas en la Corte. Y, a mano izquierda, entraron a otra plazuela al modo de la de los Herradores , donde se alquilaban tías, hermanos, primos y maridos, como lacayos y escuderos, para damas de achaque que quieren pasar en la Corte con buen nombre y encarecer su mercadería.

Esto pensaba Lázaro. ¿Podría él ser ese medio de expresión? ¿Sería el Verbo revelador de aquel cuerpo ciego é inconsciente? ¿Hablaría ó no hablaría? La masa en tanto se arremolinaba y se extendía por la plazuela del Ángel. Lázaro la siguió como fascinado; después se apartó con miedo de ella y de mismo. Pero no podía resolverse á retirarse. ¿Hablaría ó no?

¿Y nadie más? ¿No ha estado Mauricia? No señora... Esta mañana la vi en la puerta del bodegón de la Plazuela de Lavapiés. Vive por aquí cerca... «Señá Mauricia, mire que la señora la está esperando...». Me contestó, dice: dile a esa tiona que si quiere correr los pañuelos que los corra ella, y que si no, que los deje... «¡Habrá indecente!...» exclamó la señora algo distraída.

¡Primeras penas! ¡Primeras embriagueces! Todo eso cabe en esta estrecha plazuela, grande como un Sahara para los ojos infantiles apenas abiertos hacia el mundo.

En el centro de la plazuela, sobre una gruesa capa de arena, elevábase todo un edificio de lienzo, con pintura que imitaba a la piedra: un gigantesco dado, en cuya cara superior elevábanse ocho figuras de tamaño natural.

La ira, la pasión y la grosería del pueblo se manifestaron en ella de golpe, con explosión formidable. Volvió a la niñez, a aquella época en que trabándose de palabras con alguna otra zagalona de la plazuela, se agarraban por el moño y se sacudían de firme, hasta que los mayores las separaban. No parecía ser quien era, ni debía de tener conciencia de lo que hacía.