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Actualizado: 5 de mayo de 2025
Buscaba la tertulia de las personas serias, era amigo del alcalde y hablaba de la necesidad de que todas las personas pudientes estuviesen unidas para meter en un puño a la pillería. Ya le pica la ambición decía el viejo alegremente a su nuera. Déjale, mujer; él se abrirá paso... Así le quiero ver. Comenzó por entrar en el ayuntamiento y pronto adquirió notoriedad.
Estira más esa estampa, que no te veo bien. Alarga el jocico pa que te tome el molde de él. ¡Carambita! ¿Usté no sabe que cuando me pica un mosquito le desmondongo al momento? ¡Sonsoniche! ¿Usté no sabe que cuando le pego un pezco a un hombre tiene que pedir prestaos dientes y muelas para comer?
Al terminar Roger sus oraciones recogió bastón y hatillo y corriendo como un gamo no tardó en llegar á una cabaña situada á la izquierda del sendero y rodeada de una cerca, junto á la cual estaban el arquero y su recluta, mirando á dos niños de unos ocho y diez años respectivamente; plantados ambos en medio del jardinillo que cercaba la casa, silenciosos é inmóviles, fija la vista en los árboles del otro lado del camino y teniendo en la mano izquierda, extendido horizontalmente el brazo, unos largos palos á manera de pica ó alabarda, parecían dos soldados en miniatura.
La mujer que salvó á los parisienses de Atila y Meroveo con su palabra y con su fe; la que los salvó de los normandos con su ataud; aquella mujer que salvó á un pueblo con un puñado de cenizas, cuyo polvo fué más poderoso y más valiente que la pica de los guerreros, era una muchacha llamada Genoveva; la misma muchacha que rompió á llorar, oyendo la voz de San German de Augerre; la misma á quien dió el santo la medalla de cobre con la efigie del Salvador; una muchacha á quien Nauterre llama hija, á quien la Iglesia llama santa, á quien Paris llama Patrona, á quien yo llamo un nobilísimo carácter histórico.
Que lo que vale, ¡o miente el sol!, un pica bravo, ¡oh insigne cabo!, lo sabes tú. Iré a esas tierras. ¡vamos allá!, me haré de oro, de algún rey moro que venceré O para colmo ¡gusto será! de suerte tanta, con una infanta me casaré. Tendré esclavillos, ¡ah!, ¡ah!, lá, lá, rubís, topacios, cuatro palacios y un gran confín. Y señor noble ¡lará, lará! con mayorazgo, de algún hartazgo moriré al fin.
Viéndole Fortunata en aquel apuro, acudió a remediarlo, diciendo: «Comprendido, comprendido». Bueno, pues no necesito añadir nada más... porque si caes en la tentación de querer a un hombre indigno, adiós mi dinero, adiós decoro... Y lo último que te recomiendo es que si logras conseguir que no pueda tentarte otra vez el mameluco de Santa Cruz, habrás puesto una pica en Flandes.
Lo que pienso hacer es replicó el alcalde daros cada cien azotes, y, en lugar de la pica que vais a arrastrar en Flandes, poneros un remo en las manos que le cimbréis en el agua en las galeras, con quien quizá haréis más servicio a su majestad que con la pica.
Es un bigardón de los demonios, que tan pronto le parece a usted blanco como negro, hábil como inepto, aquí listo y allá simple. Pica en muchas cosas, y aún no he podido averiguar hacia cuál de ellas le arrastran sus verdaderas aptitudes. Parece, por de pronto, de buen acomodar, y ayuda a su padre en la botica con los mejores deseos.
Para todos es una mosquita muerta... pero en casa, yo te aseguro, hija, que está demasiado viva y que pica mejor que un alacrán... Mira añadió remangándose los brazos, nadie creerá que él es quien me ha hecho estos cardenales... Pero ¿te pega? exclamó Paca con asombro. Á lo señorito, ¿sabes?
La pica suelta el indio muy corrido, Y al pecho del caballo se ase y garra: El mozo, que lo vido tan asido, La daga de la cinta desamarra: Con ella fuertemente le ha herido, Y tanto las entrañas le desgarra, Que Magaluna altivo, bravo y fuerte Cayò en tierra herido de la muerte.
Palabra del Dia
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