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Actualizado: 24 de octubre de 2025
Son tantos y de índole tan diversa los asuntos de que puede tratar un periodista profesional que tenga la suerte de hallarse en estos momentos en la bella y hospitalaria Santiago, que al poner manos á la obra de confeccionar, de prisa y corriendo, como por lo común se hacen estos trabajos, una correspondencia, se siente uno perplejo, sin saber por dónde empezar ni á qué temas dar la preferencia.
Lázaro estaba perplejo, las dos viejas absortas, la devota satisfecha y Elías entusiasmado. Que quieras, que no, el joven tuvo que hincarse. Híncate, hombre, híncate dijo el tío. Ahora bésale la mano. Lázaro, que sin darse cuenta obedecía las órdenes violentas de su tío, besó respetuosamente la mano de la santa, y la tuvo estrechada un momento entre las suyas.
Pues bien; el cadáver de ese hombre está aquí: está en mi casa. ¡En vuestra casa! exclamó aterrado el duque. En aquel momento se oyeron grandes golpes en la puerta de la casa y una voz terrible, la voz del licenciado Sarmiento, que dijo desde la calle: ¡Abrid á la justicia del rey! Quedóse el duque perplejo por un instante, pero luego dijo: Mandad á vuestros criados que abran, señora.
Juan Montiño permaneció algún tiempo perplejo, y después siguió el consejo de Quevedo. Se quitó la capa y el talabarte, acercó un sillón al brasero de plata que templaba la sala y poco después dijo: ¡Casilda! Presentóse la negra y miró con asombro á Juan, apoderado de la casa de su ama. ¿Qué me manda vuesa merced, señor? dijo. Tráeme un vaso de sangría.
Es que ha ocurrido una desgracia, y quiere ocultármelo, por caridad». Prorrumpió en acerbo llanto la infeliz dama, y el clérigo permanecía perplejo y mudo. «Señora, por piedad, no se aflija usted... Será, o no será lo que usted supone. ¡Nina, Nina de mi alma! ¿Es persona de su familia, de su intimidad? Explíqueme... Si el Sr.
Auvray cumplió el encargo, y salió devanándose los sesos por atinar con la causa de aquella misantropía que de un modo tan brusco había hecho presa en el alma de su amigo. Este, perplejo y malhumorado, evocaba entretanto sus recuerdos, pugnando por explicarse la razón del extremado rigor que el señor de Avrigny había usado con él.
Censuraba mis cobardías, se indignaba de mis desfallecimientos y me reprochaba las invectivas que me complacía en prodigarme, porque afirmaba que en ellas veía las inquietudes de un espíritu mal equilibrado y más perplejo que equitativo.
Tú serías capaz de aceptar dijo . Yo no puedo rebajarme a tanto. No, yo no... Es que decía... Pongo por caso tartamudeó Bringas, más perplejo aún . Y no tenemos motivos para asegurar que no se hayan casado. Cásense o no... ¿Te parece que es digno...?, esa tonta a quien hemos dado de comer las sobras de nuestra casa... Ay, hija mía, no te remontes, ¿quién se acuerda ya de eso?
Cierto es que confiaba en el doctor, porque me había prometido librarme de este apuro; pero casualmente acababa de salir hacía muy poco rato y Magdalena había dado orden de que cuando yo llegara me hiciesen entrar en su habitación. »Yo escuchaba perplejo estas explicaciones que me daba la doncella, cuando sonó la campanilla de Magdalena, que preguntaba si había yo regresado.
Pero esto concluirá; yo te juro que concluirá, ó es preciso creer que no hay Dios en el cielo, perder la fe y renegar del mundo y del alma. Mira, Lázaro continuó con tono vehemente y apretándole el brazo con tanta fuerza, que le hizo retroceder inmutado y perplejo; Lázaro, si tu eres de esos, olvida que por tus venas corre mi sangre, olvida que soy hermano de la que te dió el ser.
Palabra del Dia
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