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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Como consecuencia de este suceso trágico quedó decidido que Demetria pasase á un colegio y allí permaneciese algún tiempo, «á ver si lograban desasnarla». Con esto, las cartas que de vez en cuando escribía á Canzana eran cada vez más tristes. Y ¡caso extraño! cuanto más tristes eran, más alegraban á la tía Felicia. Allá en el fondo de su corazón la buena mujer se decía: «¡no me olvida!» No, no la olvidaba, ni tampoco á Nolo para quien daba siempre cariñosos recuerdos en sus cartas. El mozo de la Braña sentía, cada vez que la tía Felicia ó el tío Goro se los transmitían, un íntimo gozo mezclado de tristeza. Á pesar de aquellos recuerdos comprendía que Demetria se alejaba de él cada vez más. Por eso se esforzaba en borrarla de su memoria, aunque sin conseguirlo. Tan poco lo conseguía, que en cuanto le era posible hallar un mínimo pretexto se escapaba á Canzana para visitar á los padres de su novia y hablar de ella.
Por amor a mi padre desearía yo que Pepita desistiese de sus ideas y planes de vida retirada y se casase con él; pero prescindiendo de esto, y si yo viese que mi padre sólo tenía un capricho y no una verdadera pasión, me alegraría de que Pepita permaneciese firme en su casta viudez, y cuando yo estuviese muy lejos de aquí, allá en la India o en el Japón, o en algunas misiones más peligrosas, tendría un consuelo en escribirle algo sobre mis peregrinaciones y trabajos.
Y como permaneciese de pie con la portezuela abierta esperando que la señora bajase, ésta le dijo con alguna impaciencia: Cierra, yo no salgo del coche. La sorpresa del lacayo fue mucho mayor. Habló en voz baja con el cochero, bajó éste del pescante, tomó otra vez la orden de la señora y se dispuso a cumplimentarla.
Luego expuso a D.ª María que no partiría de Bailén hasta no recibir unas cartas que esperaba de Córdoba y de Madrid, relativas a sus intereses, a lo cual accedió la señora, diciéndole que permaneciese en la casa hasta cuando quisiera, con la condición de incorporarse después a la escolta de D. Diego si ésta salía antes. No tardó mucho el día de la partida.
Sabida esta última circunstancia económica, y teniendo presente que don Silvestre no carecía completamente de sentido común, no parecerá muy extraño que á la edad en que todos sus progenitores contaban por lo menos un heredero, él permaneciese célibe y con ciertos síntomas de recalcitrante.
Noté que mientras yo hablaba su semblante se había puesto algo más pálido, pero permaneció callada, como si hubiese temido hablar, por recelo de que inadvertidamente fuese a manifestar lo que tenía intención de que permaneciese siendo un secreto.
En último resultado, si permaneciese solo y nadie acudiese en su ayuda, lo noble y lo heroico sería combatir él solo contra los cuatro hasta vencerlos ó morir; pero también sería delirio, y vanidad y pundonor mal entendido el combatir solo y desde luego sin intentar que alguien viniese en nombre de la equidad y de la justicia á poner á raya á su enemigo y á evitar la desigual é injusta contienda con que su enemigo le amenazaba si no cedía ó se humillaba á su capricho, á su soberbia y á su codicia acaso.
Pedirían una fianza, y no era cosa fácil para unos pobres como ellos el conseguirla. Por fin, quiso dar un consejo al señor José. El Barrabás era cosa perdida. Lo mismo daba que permaneciese en la cárcel que en la calle. Casi le favorecían dejándolo allí, pues evitaban que cometiese nuevos delitos. El albañil no volvió por casa de Maltrana.
Por otra parte, y mientras en Villalegre permaneciese, juzgaba él que sería ya inútil para todo y que no valdría ni para secretario de Ayuntamiento, ni para consejero de don Andrés, ni para colaborador del escribano, ni para pasante de los abogados Peperris.
Ella misma rogó al abogado que permaneciese en la celda, como si de este modo quisiera aminorar la molestia de vestirse ante unos desconocidos. Ferragut adivinó la piedad y la admiración del maître al llegar á este pasaje de su carta. La había visto medio desnuda, preparando el último tocado de su existencia.
Palabra del Dia
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