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Sobre ésta se alzaba, y como al medio de aquel perfil de la sierra, un peñón blanquecino que parecía la capucha, vista por detrás, de un manto de titanes, pardo obscuro, extendido allí para secarse a los rayos del sol que iluminaba toda la vasta superficie.

El otro, con la cabeza gris y el bigote extrañamente rubio, pequeño de cuerpo y de un perfil aquilino, se decía francés y vivía en París; pero hablaba el alemán con tanta soltura y estaba tan habituado a los usos germánicos, que los del buque, creyéndolo compatriota, habían colocado ante su cubierto la bandera del Imperio.

Elena, tu belleza es para como esas barcas niceanas de otro tiempo que sobre una mar profunda llevaban dulcemente al viajero, cansado, hacia su ribera natal. Largo tiempo habituado a errar sobre mares desesperados, tu cabellera de jacinto, tu clásico perfil, tus cantos de náyade me han transportado al corazón de aquella gloria que fué la Grecia, de aquella grandeza que fué Roma.

Luego le detuvo en el vestíbulo, por la idea del retrato desaparecido, cuyos fragmentos apretaba nerviosamente en el bolsillo. Entonces, como Julio, sin atenderle, se dejara caer en un sillón, le miró: había cerrado los ojos, palidísimo, y apoyaba la cara de perfil en el respaldo; una de sus manos colgaba inerte. Se sorprendió Muñoz extraordinariamente. En seguida una alegría frenética le agitó.

El loco proseguía en sus encarecimientos, diciendo: ¡La boca es un anillo! ¡La garganta es de un cisne! ¡Pues y estos ojos y estas mejillas! Sus cabellos son una madeja de azabache; sus pies son dos nonadas, dos mentirillas: ¡qué madeja! Su nariz es un perfil de realce y el más perfecto de nieve...

Porque Clementina, de edad de 23 años, era agradable, á pesar de un cierto aire masculino que se indicaba por la abundancia de sus cejas, la firmeza de su perfil, la dureza de su voz y ciertos movimientos bruscos que hubieran gustado en una cantinera. Con todo, tenía estatura elevada, buen aire, ojos magníficos, tez mate y admirable cabello negro.

Adela, silenciosa hacía un momento, alzó la cabeza y mantuvo algún tiempo los ojos fijos delante de , viendo como el perfil céltico de Pedro, con su hermosa barba negra, se destacaba, a la luz sana de la tarde, sobre el zócalo de mármol que revestía una de las anchas columnas del corredor de la casa.

Ella, en ese momento, se inclina sobre la cuna; el claror de la lámpara pone una línea de luz en el perfil de su cara y otro en la finura del cuello; inclinada así, su cuerpo parece más largo y más lánguido.

Pareciome que la onda de luz deslumbradora inundaba en regenerador bautismo la humilde cabeza de la mujer cuyos cabellos, como en la bella y dulce leyenda del Evangelio, besaba los pies del que amaba: hasta prestó una bondadosa poesía al irregular perfil de Yuba-Bill que con abiertos y pacientes ojos velaba en guardia, medio recostado entre este grupo y los viajeros.

En ella se cifra nuestro siglo de medias tintas, de medianías, de cosas a medio hacer: de todas las palabras que reinan en figuras de hombres y cosas por allá abajo, ésta es en el día la que reina sobre todas, CUASI. Ese es todo el siglo XIX. Obsérvala: a cada una de sus facciones le falta algo; no es más que un perfil: ni está de pie, ni sentada. Vestida de blanco y negro, día y noche.