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Actualizado: 11 de junio de 2025


Raquel, que solía tener pesadillas penosas, lloraba ahogada por la angustia; pero cuando Adriana se abrazó a ella y consiguió despertarla, por largo rato no pudo substraerse al terror de su sueño. La agitaban ligeros sollozos, y los hermosos ojos empañados por el llanto, miraban sin comprender. Adriana le acariciaba los cabellos, y murmurando palabras de cariño, procuraba apaciguarla.

¿No es una broma?... ¿No es un capricho que te ha sugerido la hermosura de esta tarde tan... poética? Miguel protestó con el gesto. ¡Considerar capricho aquella decisión grave que venía preparada por largas y penosas contradicciones interiores, lo mismo que un gran pensamiento!...

CIRILO. Prefiero permanecer al lado de mi querida madrina, que ha sido tan buena para y a la que yo deseaba tanto conocer. Sus cartas me sostuvieron durante las horas penosas. Tengo que felicitarla. ¡Escribe usted como madame Sevigné...! Tengo mis títulos académicos, aunque maldito si me sirven de algo. CIRILO. Una mujer no debe sentir nunca ser instruida, cuando es bonita.

A pesar de todo, la grande Alma de armonía, que es la unidad del mundo, ama; ama, y por la alternativa de placer y dolor cultiva todos los seres y les obliga á subir. Empero para subir, para pasar á un grado superior, preciso es que hayan apurado cuantas pruebas, más ó menos penosas, contiene el inferior, todos los estimulantes de inventiva y arte de instinto.

Primeramente vió al señor de Canterac, un francés, antiguo capitán de artillería, que, según afirmaban muchos que se decían amigos suyos, se había visto obligado á marcharse de su patria á consecuencia de ciertos asuntos de índole privada. Ahora servía como ingeniero al gobierno argentino, en obras remotas y penosas de las que huían sus colegas hijos del país.

Sus ojos grises, medio velados, miraban fijamente a lo lejos, y una arruga de inquietud le juntaba sin cesar las cejas. Era que sabía que tendría todavía mucho que hacer antes de poder llevarse a su novia a su casa; largas horas de luchas penosas lo esperaban, y la victoria misma no le llevaría más que inquietudes y tormentos.

No la había amado como aman los demás hombres, pero era su compañera, su hermana; se compenetraban los dos en gustos y aficiones; la miseria en común los había fundido en una sola voluntad. Además, Gabriel sentíase aviejado antes de hora por aquella existencia de aventuras emocionantes y penosas privaciones.

Y no cedía a ellas, porque la repulsión que le inspiraba, cualesquiera que fuesen sus gracias, una mujer que cerca de la mesa de trabajo de su esposo o junto a la cuna de su hijo no temblaba de ofrecerlas, era mayor que las penosas satisfacciones que la complicidad con una amante liviana produce a un hombre honrado.

¿Un matrimonio? Casi... Vaciló y dijo penosamente: Un matrimonio fracasado... Y que usted siente respondí, conmovida por su palidez y empozando a presentir una parte de la verdad. , lo siento... No se puede menos de tomar cariño... Se interrumpió y dijo después: Me guardará usted el secreto, ¿verdad? ¿Lo promete usted? Esas cosas son penosas... como usted comprende. Comprendo...

Casi todos los empleados, dejándose dominar por la avaricia, sobrecargaban, en beneficio de sus particulares intereses, las penosas tareas de los indígenas, en tanto que el Estado veia disminuir poco á poco sus rentas, sin poder proveer de lo necesario á las misiones para que llevasen adelante su ya decaida industria; por manera que desde entónces la provincia no hizo mas sino vegetar.

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