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Actualizado: 11 de junio de 2025


Le había recibido su madre, que estaba arreglándose para ir a misa y al Mercado. La pobre vieja extrañaba aquella salida, y había tenido que engañarla con penosas mentiras. Pero ya estaba él allí con todo su arreglo. Cuando Tono quisiera... ¡andando! No encontraban una calle desierta.

La contemplacion de todas esas maravillas me sugirió algunas reflexiones penosas respecto de España y aún de la civilizacion en general. Su industria es á sus museos lo que su literatura científica á su amena literatura.

Su voz se hacía angustiosa; María Teresa, entristecida de verlo forzado a darle estas penosas felicitaciones, en un impulso de piedad le tomó la mano que apoyaba en el respaldo de un sillón, y reteniéndola entre las suyas, pronunció con una entonación de ternura que la sorprendió a ella misma: Gracias, Juan.

Su primo le miró con ojos interrogantes, como si encontrase en sus palabras cierta ironía. : la vida de familia dijo. Es la que más me gusta. Lástima que en este Bilbao no pueda uno gozarla á sus anchas, libre de influencias extrañas. bien lo sabes, Luis. Y calló, mientras el médico quedaba también silencioso y cabizbajo, como sumido en penosas reflexiones.

Procure usted desempeñar bien su papel. Yo respondo del mío. Doña Paula salió de la estancia escoltada por el Duque, que la despidió a la puerta con una exagerada y silenciosa reverencia. Al llegar a la escalera la angustiada señora, respiró con libertad. Aunque fuese a costa de, aquellas penosas emociones, se alegraba vivamente de haber arreglado el asunto sin escándalo y sin peligro.

Pero agregaba que «no amar más que una vez y amar siempre» era la divisa de una mujer sincera y pura, así es que ningún hombre tendría jamás el derecho de destruir las flores secas que conservaba y conservaría siempre como un tesoro por el amor de Godfrey Cass. Y Nancy era capaz de sostener en las circunstancias más penosas la palabra que se daba a misma.

En las ferias de Guinea nos compráis, como si fuéramos acémilas, para forzarnos á que trabajemos en no qué faenas tan penosas como ridiculas; á vergajazos nos haceis horadar los montes para sacar una especie de polvo amarillo que para nada es bueno, y que no vale, ni con mucha, un cebollino de Egipto.

Vivía solitario, en una casa de las afueras, con una vieja ama de llaves y una colección de monedas antiguas, á la que pensaba dedicar el resto de su existencia de célibe. Se había retirado del ejército con verdadero placer al llegar á la edad reglamentaria, después de una serie de campañas coloniales penosas y sin gloria, que habían quebrantado su salud y agriado su carácter.

Además, las privaciones, generales en toda Francia, aún resultaban mayores y más penosas en este olvidado rincón. Al fin me trasladé al Principado monegasco, que veía diariamente desde mis ventanas, avanzando su doble ciudad de Mónaco y Monte-Carlo sobre la llanura azul del mar.

No traer sobre sino un vestidillo de tela baladí, hecho pedazos, y no pocas veces vestirse de pieles de animales; no traer otros zapatos que un pedazo de cuero crudo atado con otro cordel de cuero por las plantas de los piés, y en la cabeza, para reparo del sol ardientísimo que allí hace, uno como sombrero, pero también de cuero, la cama sin ningún alivio, la vianda ordinaria, un puñado de maíz, y éste tan escaso, que apenas era bastante para mantenerles las fuerzas, vivir gran tiempo sin el consuelo siquiera de ver á alguno de sus compañeros, y estando afligidos de largas y penosas enfermedades, no tener á dónde volver los ojos

Palabra del Dia

rigoleto

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