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Actualizado: 11 de octubre de 2025
Doña Laura, mujer de áspera naturaleza, agriada por la vejez y por el cansancio de aquella vida de tentativas penosas y sin fruto, le decía con dramático acento: «Hombre inútil, hombre muñeco. El día en que me casé contigo debió el Señor haberme llevado de este mundo. ¿Para qué sirves tú, como no sea para comer?
11.ª Para venir del Colorado al Rio Negro es menester, inmediato al Arroyo Hondo, esperar viento al propósito para hacer esta navegacion, particularmente si es por el invierno, cuando los dias son cortos, los temporales muchos, y las noches penosas, largas y arriesgadas en estos.
A pesar de sus reservas, muy penosas sin duda, que su conciencia me imponía, quizá a causa de esa misma reserva, sentíame tan enamorado y tan feliz, como se puede serlo en este mundo; sentía la más grande alegría al dar a aquella criatura tan querida, toda su felicidad perdida, sin tener ningún remordimiento serio, porque lo poco que me concedía, habríaselo concedido a un hermano, y sin embargo, ese poco era para mí la más suprema voluptuosidad.
El doctor se apresuró a montarla, y dijo, mirándola con ternura: «¡He aquí, tal vez, la salvación de la condesa!» Estas palabras fueron tanto más penosas para Mantoux, cuanto que acababa de echar el ojo a una pequeña propiedad, con sus árboles y su casa para el dueño, el nido que podía apetecer una familia honrada.
Es curioso notar que mis paisanos, los budistas villaverdinos, nunca se alegran y regocijan como en día tan lúgubre y de tan penosas memorias. No podía suceder de otra manera en la ciudad de las «almas tristes». ¡Cómo suspiré en el Colegio por aquella fiesta y aquel paseo! Así es que al ver que tía Carmen seguía bien me encaminé hacia Barrio Viejo.
Al publicarse esta obra, algunos años más tarde, á costa de penosas investigaciones hechas en las bibliotecas de Londres, de París y de Viena, el autor obtuvo rica cosecha de aplausos, tanto en Alemania como en España.
Cómo se las compondría para este fin es cosa que no cae dentro de este relato. Las nuevas trazas de esta señora no están aún en nuestro tintero. Lo que sí puede asegurarse, por referencias bien comprobadas, es que en lo sucesivo supo la de Bringas triunfar fácilmente y con cierto donaire de las situaciones penosas que le creaban sus irregularidades.
Para conquistar un alto puesto es preciso mucha actividad, constancia, esfuerzos; para granjearse brillante nombradía es necesario presentar títulos que la merezcan, y estos no se adquieren sin largas y penosas fatigas; para acumular riquezas es indispensable atinada combinacion y perseverante trabajo; hasta los placeres mas muelles no se disfrutan si no se anda en busca de ellos, y no se emplean los medios conducentes.
Y pocos días después, Enrique Thomas salió de Burdeos en un bergantín, peor para él que un presidio. Allí, bajo la férula tiránica del patrón, trepó á las vergas, mondó patatas, hizo guardias penosas. Aquella existencia duró tres meses, y fué para él lo que para muchos toreros la primera cornada.
Recurrió entonces a su refugio ordinario, a la esperanza de algún golpe imprevisto de la fortuna, de alguna coyuntura favorable que le ahorraría consecuencias penosas y hasta perjudicaría su falta de sinceridad, convirtiéndola en prudencia. En lo que concierne a contar con algún tiro de dados de la fortuna, apenas puede decirse que Godfrey fuera de la vieja escuela.
Palabra del Dia
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