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Actualizado: 18 de mayo de 2025


El joven bajó la vista ante la mirada penetrante del médico, y profirió con palabra rápida, donde bajo aparente frialdad se traslucía la emoción: Vengo a saber la verdad definitiva sobre mi estado. Estoy enfermo del pecho.

Involuntariamente dirigió la vista hacia D. Pedro, y notando que éste le clavaba una mirada fría y penetrante, se puso colorado hasta las orejas. Amalia se levantó y se fue al salón, como si quisiera disimular su turbación. Fue grande la que se apoderó del orgulloso maestrante con el secreto que pensó sorprender. Sus ideas experimentaron violenta sacudida.

Le echó una mirada dulce y penetrante, el mismo mirar con que le había hecho su esclavo. El pobre chico sintió como si le pusieran un grillete en el alma. «Vaya que se te ocurren unos disparates, hijo... Soy muy miedosa, y de sólo ver eso me pongo a temblar. Bonita manera tienes de hacer que yo te quiera, señor, bonita manera».

Por encima del arrabal aparecía aún, más allá del caserío confuso que el tren dejaba atrás, la llanura de sombra violácea; y una iglesia lejana se diseñó como una miniatura gótica estampada en el cielo pálido; Adriana creyó oír algunos toques de la campana, llegando hasta ella en una vibración imperceptible, moribunda, y sin embargo penetrante en su música como una dulcísima queja.

Al llegar a la puerta se volvió, echó una nueva mirada penetrante a la mesa, y dijo: Quite usted esas flores con perfume que están cerca del puesto de la señora marquesa de Alcudia y cacámbielasor camelias u otras que no lo tengan. La devota marquesa no podía sufrir los aromas a causa de sus frecuentes neuralgias.

Desde el día en que se enfadó, Martita no volvió a preguntarle por el traslado; pero todos al entrar en casa le dirigían una mirada penetrante y ansiosa, queriendo leer en su rostro alguna noticia. Como no la había, la niña se tranquilizaba, tornando a la obra, que rara vez dejaba de tener en las manos. Ricardo tampoco hablaba para nada de partir.

Era harto feo de cara, pero en ella, y singularmente en la viveza penetrante de sus ojillos, se revelaba su inteligencia y su astucia. Nadie podía acusarle de que murmurase, pero harto se notaba, a pesar de su disimulo, que el señor Vandenpeereboom aguantaba con repugnancia la presencia a bordo de las dos aventureras y el jaleo continuo que allí armaban.

El buen viejo, después de haber besado a su hija, se retiró a su habitación que estaba inmediata a la en que Graciana debía cuidar a la niñita. A la una de la noche, mi tío, que dormitaba, se despertó súbitamente por una luz repentina que lo deslumbró como un relámpago, creyendo haber oído en sueños algo como un grito estridente y penetrante.

Pero el ermitaño, cuya barba era más blanca que la nieve, cuya piel estaba más arrugada que una pasa, y cuyo cuerpo se asemejaba a un consunto esqueleto, echó sobre ellas una mirada penetrante con unos ojos, aunque hundidos, relucientes como dos acuas, y dijo con voz entera, alegre y suave: Gracias al cielo que al fin estáis aquí. Cien años ha que os espero.

Veinte minutos después se presentó de nuevo con un paquete entre las manos. Aquí tienes las cartas dijo con aparente tranquilidad. Su voz estaba alterada. Una palidez densa cubría su semblante. Clementina le dirigió una penetrante mirada de curiosidad donde se pintaba asimismo la inquietud. Pero dominándose le dijo con naturalidad: Muchas gracias, Mundo.

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bagani

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