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Oiga usté, sió pendón respondió un caldista, asaz mugriento y desengañado , ¿piensa usté que, aunque pobres, vivimos aquí de estafar a inocentes, como hace algún señorón que yo me ? ¡Al orden, señores! gritó el presidente deseando torcer el sesgo peligroso que tomaba el debate.

Y al ver triunfal que su pendon flamea Afloja de la muerte el fiero nudo Y dice á Tebas: «Madre, te saludo! «Quedan mis hijas: Leuctra y MantineaTambien dos hijas bellas nos dejaron Los que el libre pendon dieron al viento, Y á su sombra su espíritu entregaron; Hijas son de su esfuerzo y su ardimiento: La Independencia que ellos proclamaron, La libertad que dió su pensamiento.

Todo Oriental que abrigaba De la libertad el fuego, Bajo el pendon de la gloria Iba á desnudar su acero, Lleno de noble energía, Y de patriotismo lleno. Campon tranquilo vivía Bajo del paterno techo: Ciñóse al punto su espada, Montó un veloz parejero, Y voló do le llamaban De la corneta los ecos.

Más de una vez he visto procesiones insignificantes en Bogotá, a propósito de fiestas secundarias de la iglesia; el pendón era siempre llevado por miembros conspicuos del partido conservador, por hombres cuyo apellido, no sólo recuerda las tradiciones de los buenos tiempos, sino que están vinculados a la historia nacional: los Mallarino, los Arboleda, etc.

Y dijo: «Al otro lado de este rio «Se levanta con fuerte poderío «El odiado pendon de libertad; «Corred allí, mis bravos federales, «Y quemad esos libros infernales «En que se habla de Patria y de Igualdad.

Clavada está en un palo su cabeza Cual pendon que concita á la venganza, Como faro que alienta la esperanza Para un tiempo de paz y libertad; Que si hoy como trofeo al despotismo Se mira torpemente escarnecida, Un dia llegará en que bendecida La circunde aureola celestial.

Así y todo la agarró fuertemente por el brazo, y soltando tres o cuatro ternos seguidos, le escupió más que le dijo: «Oyes , grandísimo pendón; su casta es mejor que la tuya siete mil veces... ¿Qué hubiera sido de ti si no te hubieras casado con el calzonazos de mi hermano? ¿Así pagas el bien que te ha hecho, insultándole a él y a todos nosotros?... ¡Pues mira, chica, que el porvenir de tu casta hubiera sido lucido como hay Dios!... Estabais con el agua al cuello, más pobres que las arañas, ¿y todavía vienes echando fieros?... ¡Si le digo a V., hombre, que es morirse de risa!... ¡Vaya un hermano babieca que tengo!... ¡Babieca!... ¡Más que babieca!...»

Podía dar los mismos golpes que dieron sus antecesores al conquistar el pendón en las Navas y se arruinaba con igual indiferencia que aquellos de sus abuelos que se habían embarcado para rehacer su fortuna gobernando las Indias. El marqués de San Dionisio mostrábase satisfecho de sus alardes de fuerza, de la rudeza de sus bromas, que terminaban casi siempre con lesiones de los compañeros.

Este pendón se colocaba á bordo en los momentos solemnes á estribor, ó sea á la derecha, saliendo, de la puerta de la cámara; seguía al Almirante en funciones de mando, llevándolo un alférez, y era insignia ante la cual todas las otras se abatían. Empuñábanle los propietarios en momentos supremos de peligro ó de victoria.

Durante la guerra de Granada fué también motivo de público regocijo, la entrada del Pendon Real de la Ciudad, victorioso de las muchas gloriosas jornadas en que tomó parte, como se juzgará por los datos que adelante consignamos.