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Actualizado: 19 de julio de 2025
Llegándose a la cama, y tirándole cariñosamente de los pelos, comenzó a decir riendo: Animal, procura estrecharte un poco, y no ronques, porque voy a acostarme contigo. ¡Qué honor para ti y para tu familia! ¿verdad?... Pero has de ser modesto. Perico, ¡cuidado que lo propales por ahí!
El perro, sin hacer caso de los puntapiés de Pedro, no cesaba de ladrar y aullar, corriendo de un lado á otro, unas veces acercándose á la hoguera con las orejas tiesas y los pelos erizados, marchando otras á ocultarse entre las piernas de alguno de los presentes. La algazara había ido cesando poco á poco en el concurso. Los rostros quedaron completamente serios.
Aquellas figuras que huyen del nublado se destacan por oscuro sobre el fondo del mar tendido de espuma. Son cuatro niños descalzos, con los pelos crespos y una mujer de luto.
Cuando Marroquín escribía, uno de los trabajos mayores era pelear con aquel vello de la muñeca, que le borraba a lo mejor los renglones: no tenía otro remedio que metérselos a cada momento debajo del puño de la camisa; pero a veces se impacientaba terriblemente. ¡Estos pelos indecentes!
La hubiera cogido por aquellos pelos tan abundantes, para restregarle el hocico contra el suelo. «¿No podrías hacer un esfuerzo...?» indicó, sacando valor de lo intimo de su pecho. ¡Qué más quisiera yo!... Me da tristeza de no poder socorrer a usted. Crea que lo siento muy de veras. Yo haría cualquier cosa en obsequio de usted y de D. Francisco...
En la mesa versó la conversación sobre el mismo asunto, y Villalonga, después de volver a contar el caso con todos sus pelos y señales para que lo oyera D. Baldomero, añadió diferentes pormenores que daban color a la historia. ¡Ah! Castelar tuvo golpes admirables. «¿Y la Constitución federal?...». «La quemasteis en Cartagena». ¡Qué bien dicho!
Este sabio lleva al olímpico Perícles a un gabinete o museo de figuras de cera y me le deja estupefacto y aturdido. ¿Qué tienen que ver Minerva y Júpiter, donde el oro, el marfil y el mármol sólo imitan lo exterior de la Naturaleza, y aun esto incompletamente y sin todos sus pelos y señales, como en las figuras de cera?
Sobre el labio superior, fino y violado cual los bordes de una reciente herida, le corría un bozo tenue, muy tenue, como el de los chicos precoces, vello finísimo que no la afeaba ciertamente; por el contrario, era quizás la única pincelada feliz de aquel rostro semejante a las pinturas de la Edad Media, y hacía la gracia el tal bozo de ir a terminarse sobre el pico derecho de la boca con una verruguita muy mona, de la cual salían dos o tres pelos bermejos que a la luz brillaban retorcidos como hilillos de cobre.
Al eco de los pasos de éste respondía en los matorrales un rumor de medrosas carreras y chasquido de hojas, viéndose pasar entre mata y mata, con ciega velocidad, un bulto de pelos grises con la cola en forma de botón. La fuga de los conejos hacía correr a los lagartos de color de esmeralda tendidos perezosamente al sol.
Los zapatos, más largos que los pies, doblaban sus puntas hacia arriba; el pantalón de pana ceñíalo a la cintura con una cuerda de esparto; la camisa abierta dejaba al aire una maraña de pelos blancos y la piel apergaminada del cuello con sus tirantes ligamentos.
Palabra del Dia
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