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Actualizado: 10 de mayo de 2025


Desde la antigüedad hasta nuestros días se han observado más de 800; pero desde que se les busca con el telescopio, su número va creciendo con enorme rapidez. Es probable que hay que contarlos por millones, lo cual parece justificar la expresión de Képler, quien los consideraba tan numerosos como lo son los peces en el mar.

Los huevos de la tenca ó del barbo, lo mismo que los de otros peces más exquisitos, son para nosotros menos preciosos que los niños confiados á la sociedad por la desgracia y la miseria, y menos dignos de nuestra defensa contra las asechanzas de la muerte.

En el espesor de las piedras están las conchas de los moluscos y discos, bolas, espinas, cilindros y varillas silíceos ó calcáreos de las foraminíferas y las diatomas que se encuentran en más asombrosas muchedumbres; pero también hay formas que sustituyen exactamente á las carnes blandas de aquellos seres organizados; vénse esqueletos de peces con sus aletas y sus escamas: élitros de insectos, ramillas y hojas; hasta huellas de pasos hay, y en la dura roca que fué en otro tiempo arena incierta de las playas, se encuentra la impresión de las gotas de lluvia y la red de los surcos trazados por las olas de la orilla.

Lo hemos visto en nuestra propia casa al contemplar algunos peces muertos, por ejemplo los arenques. Empero vivos en grandes masas, y en las enormes estelas viscosas que dejan tras de , aún es más luminoso. Ese brillo no es de ningún modo privilegio de la muerte. ¿Acaso será efecto del calor?

Don Manuel, recordando su destino, iguala a Isaías en gravedad elegíaca y arrebato poético. Verifícase en toda España una limpia general del comedero de todos los Peces habidos y por haber. Hay quien cree firmemente que se acaba el mundo. Dispersión de la familia de Relimpio. Isidora vuelve a Madrid; está algo desfigurada, pero, según sus cuentas, en diciembre concluirá aquello.

El áspero granito, muy al contrario, ve bajo sus pies el mar con sus innumerables peces; encima otra vida, la población interesante, modesta, de los industriosos moluscos, pequeños obreros cuya laboriosa existencia constituye el serio encanto, la moralidad del mar. «Reina silencio profundo. Ese pueblo infinito es mudo, nada me dice.

Los peces, agua hecha carne; los animales mucosos, agua en estado de gelatina; los crustáceos y los políperos, agua transformada en piedra. Contempló en uno de los estanques un paisaje que parecía de otro planeta, grandioso y reducido al mismo tiempo, como un bosque visto en un diorama.

Pudiera suceder que las olas tuviesen más caridad que algunos corazones, y esta noche nos arrojasen alguna cosa, remedio de nuestra pobreza. ¡Las olas no tienen caridad! Para muchos la tuvieron.... Y no hay otra playa como esta, adonde salgan tantas tablas de navíos. Y por veces cosas de gran riqueza.... Plata fina, y joyas.... ¡Y también algún ahogado comido de los peces!

Se hallan variedad de peces como son truchas, palometas y bagres: su corriente es de media milla por hora. Dia 8. A las seis marchamos, hasta las once que hicimos alto en el Arroyo de la Sierra de Cuello, habiendo venido costeando y registrando las sierras como siempre.

A los peces del Mediterráneo los conocía mejor, y llegaba á tenerlos por buenos católicos, ya que proclamaban á su modo la gloria de Dios. De pie junto á la borda, en las tardes cálidas del Trópico, contaba, para honra de los habitantes del lejano mar, el portentoso milagro del barranco de Alboraya.

Palabra del Dia

hociquea

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