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Actualizado: 10 de mayo de 2025
A las doce comienzan a salir los peces gordos, los jefes de negociado, los banqueros, algunos propietarios; pero sólo después de las dos de la tarde podrá usted ver en la calle a los ministros, a los directores generales, a los títulos de Castilla, a los grandes literatos....
Los romanos obraron de la misma manera, habiendo llevado el arte de la aclimatación al extremo de hacer abrir en el agua dulce las huevas de los peces de mar.
Logomaquias, hombre dijo D. Manuel apartando de sí con desprecio la carta de su amigo el Canónigo, cacique y faraute de los Peces en buena parte de la Mancha . Esto es novela... ¡Nietos de la marquesa de Aransis!... Cierto es que aquella pobre Virginia... ¿Conoces tú a esa Isidora? Sí. ¿Y ella sostiene...? Como el Evangelio. Logomaquias.
Allí la encontró una mañana, cerca de mediodía. Había estado en su buque, y al volver entró en el museo oceánico, por el automatismo de la costumbre, seguro de que á esta hora sólo podía tropezarse con el empleado que daba de comer á los peces.
3 Destruiré los hombres y las bestias; destruiré las aves del cielo, y los peces del mar, y los impíos tropezarán; y talaré [a] los hombres de sobre la faz de la tierra, dice el SE
En los jardines había naranjos enanos, con más naranjas que hojas; y peceras con peces de amarillo y carmín, con cinto de oro; y unos rosales con rosas rojas y negras, que tenían cada una su campanilla de plata, y daban a la vez música y olor.
9 Y será que toda alma viviente que nadare por dondequiera que entraren estos dos rios, vivirá; y habrá muchos peces en gran manera por haber entrado allá estas aguas, y recibirán sanidad; y vivirá todo lo que entrare en este arroyo.
Eran dragones rojos y verdes, serpientes de enroscada cola, peces de lomo redondo, todos con alas, con escamas de diversos colores y con ojos enormes. Gillespie adivinó que eran las luciérnagas que en la noche anterior lanzaban mangas de luz por sus faros, ahora extinguidos. Una de las naves aéreas detuvo su vuelo para bajar en graciosa espiral, hasta inmovilizarse sobre el pecho del coloso.
Esta prodigiosa facultad inutilizaba en parte los colores de que se visten las especies tímidas para fundirse con la luz ó la sombra. Los grandes carniceros veían mal, pero rascaban el fondo con un tacto adivinatorio y husmeaban á prodigiosas distancias. Sólo peces mediterráneos, especialmente los del golfo de Nápoles, vivían en los estanques de Acuario.
Tan pronto como desembarcamos y mientras los marineros encendían lumbre para guisar la sopa de peces, me llamó el patrón, y mostrándome una pequeña cerca de piedra blanca, perdida entre las brumas en el extremo de la isla, me dijo: ¿Quiere usted venir al cementerio? ¡Un cementerio, patrón Lionetti! Pues, ¿dónde nos encontramos? En las islas Lavezzi, señor.
Palabra del Dia
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