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Actualizado: 29 de junio de 2025
Veinte días hace que desembarcamos, y lo que es así pronto me vuelvo á mi Cádiz. Ya pareció aquello, dije para mis adentros, andalucita tenemos. Pues no crea V. que esto es tan malo la dije cuando V. se instale, y lleve algún tiempo de país, le parecerá muy bueno.
Ni desembarcamos tampoco, aunque nos detuvimos en Funchal un día entero. Cuando de allí nos alejamos, toda la hermosa isla de Madera, con su montaña cubierta hasta la cima de pomposos árboles, me parecía rico y gracioso canastillo de flores, que los Genios del mar sacaban al aire claro, al más diáfano ambiente, desde el fresco seno de las azules ondas.
Cruzamos la bahía de Cádiz, desembarcamos, atravesamos las calles del Puerto de Santa María, en coche, y llegamos a la finca del amigo del marqués, a eso de las dos de la tarde. Hacía un tiempo de invierno admirable; los padrinos midieron veinte pasos dando unas zancadas enormes; nos dieron las pistolas, disparamos, y al mismo tiempo que oí el fogonazo sentí un golpe que me derribó al suelo.
Tan pronto como desembarcamos y mientras los marineros encendían lumbre para guisar la sopa de peces, me llamó el patrón, y mostrándome una pequeña cerca de piedra blanca, perdida entre las brumas en el extremo de la isla, me dijo: ¿Quiere usted venir al cementerio? ¡Un cementerio, patrón Lionetti! Pues, ¿dónde nos encontramos? En las islas Lavezzi, señor.
Luego se puso diligencia en hacer pozos y no se halló agua, por lo que padesció la gente harta sed. Tardóse todo el día en desembarcar los soldados y artillería. Esta parte donde desembarcamos es la más estéril de toda la isla, y ansí no parescía hombre por toda la campaña.
El dia 22 á las cinco de la mañana se avistó la boca del rio que se buscaba, la cual se reconoció llena de bajios y dimos fondo en tres brazas, y echando el bote al agua entramos en dicha boca con la sonda en mano, y desembarcamos en tierra.
La navegación, que duró dieciocho días, no pudo ser más próspera. Nos detuvimos y desembarcamos en Bahía de Todos los Santos, antigua capital del Imperio, y en la hermosa ciudad de Pernambuco. Al abandonar luego las costas de América, tal vez para siempre, sentí nueva aunque dulce melancolía. Era al ponerse el sol entre nubes de carmín y de oro.
Vevey, donde desembarcamos al atravesar el Leman desde Boveret, es una ciudad tan graciosa por su estructura, su admirable situacion y sus bellos paisajes de las cercanías, como interesante por su movimiento social.
A las dos de la tarde desembarcamos en tierra, pero de la parte de adentro habia un arroyo pantanoso: este lo pasó el contra-maestre con 3 marineros, y siguieron hácia los árboles.
CAP. VII. De la manera que es la Tierra. La Tierra, por la maior parte, desde donde desembarcamos, hasta este Pueblo, i Tierra de Apalache, es llana; el suelo de arena, i tierra firme; por toda ella ai mui grandes Arboles, i Montes claros, donde ai Nogales, i Laureles, i otros, que se llaman Liquidambares, Cedros, Savinas, i Encinas, i Pinos, i Robles, Palmitos baxos, de la manera de los de Castilla. Por toda ella ai muchas Lagunas grandes, i pequeñas, algunas mui trabajosas de pasar, parte por la mucha hondura, parte por tantos Arboles como por ellas est
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