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Actualizado: 25 de junio de 2025


Mira, Clemen, que te estás desacreditando le decía aquélla, mientras engullía vorazmente un pedazo de pavo en galantina . Deja ese niño que no vale un perro chico.... Para capricho ya ha sido bastante. ¿Qué sabes lo que vale? replicaba riendo Clementina. Por las trazas, hija.... Parece hecho en la Dulce Alianza.

Además, los regalos de don Paco llueven sin descampar sobre aquella casa; ya envía un pavo, ya una docena de morcillas, ya fruta, ya parte del chocolate que le regala su merced, hecho por el hombre que viene expresamente desde Córdoba a hacerlo a esta casa.

Recordaba con verdadero deleite, con fruición sin igual, un pedazo de lomo asado, ó un pollo especial, ó un pavo digno de particular elogio, ó un pescado notable, ú otro manjar cualquiera que adornó su mesa allá en los días de su primera juventud; mientras los grandes acontecimientos de que había sido teatro el mundo durante los largos años de su existencia, habían pasado por él como pasa la brisa, sin dejar la menor huella.

Amo la vida y pienso que todos debieran hallarla hermosa y ver que no tiene más que un defecto: el de acabarse tan pronto. El pavo, la ensalada y la cuajada, todo había sido devorado, y mi tía miraba con expresión poco risueña la osamenta del volátil con la que había contado para banquetear durante algunos días.

Viven muy contentos y muy sanos. Yo creo que me moriría aquí antes de una semana. En ti me lo explico perfectamente. ¿Por qué te lo explicas? Porque aquí no vienen diarios todos los días... No seas pavo repuso cariñosamente Lorenzo; y la jira continuó sin alejarse mucho de las casas, hasta que Baldomero les gritó: ¡Cuando gusten!

Seiscientos años de nobleza dijo Rafael son un moco de pavo en comparación de la nuestra, porque ha de saber usted, doctor, que el nombre de Santa María eclipsa a todas las Cabezas de Vaca, aun cuando arranque su árbol genealógico de los cuernos de la que Noé llevó a su arca.

Lo que no consentía don Álvaro era que se pasase revista a las colecciones de yerbas y de insectos: le mareaba el fijar sucesiva y rápidamente la atención en tantas cosas inútiles. El único bicho que le era simpático a don Álvaro era un pavo real disecado por Frígilis y su amigo.

La más triste cosa del mundo era para la madre aquel pavo con patas de alambre clavadas en tablilla de barro, y que en sus frecuentes cambios de postura había perdido el pico y el moco. Aquélla estaba traspasada de dolor; en éste, el dolor se agravaba con un remordimiento agudísimo.

La algazara de la sala crecía, y por las palabras sueltas, los plácemes y exclamaciones que de ella hasta el cuarto de los Rufetes llegaban, así como por los olores culinarios que invadían toda la casa, se podía saber a qué altura andaba el festín. Se sintió sucesivamente la aparición del besugo, la del pavo, aclamado con palmoteo y vivas. Don José lo recibió cantando la Marcha real.

Anímate, hombre, y prueba un bocadito; si te digo que mi cocinero es de primera, ¿qué tal? ¿me doy yo la gran vida o no? ¡ya ves cómo me regalo el estómago, y esto es de todos los días, que, para son siempre de fiesta, ¡pavo y pasteles! cuántos, de casa propia, no lo catarán hace siglos; ayer tuve pollo, y anteayer también, y un habano, de postre, enterito, ¿eh?...

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