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Actualizado: 25 de junio de 2025
Y lo peor es que entró haciendo un ruido con esos taconazos ... y dando unas voces.... Porque como está Paulita tan mala, es el caso que se alteró con el ruido y quiso salirse de la cama. ¡Ay qué hombre! Crea usted que ya nos tiene consumidas su sobrinito, señor don Elías, y es preciso que tome usted una determinación, porque esta casa ... ya ve usted ... esta casa....
Y ese señor ¿que tiene aire feroz y mira á todo el mundo por encima de sus hombros? pregunta el novato señalando á un hombre que mueve la cabeza con altanería. Pero Tadeo no responde, alarga el cuello para ver á la Paulita Gomez que venía en compañía de una amiga, de doña Victorina y de Juanito Pelaez. Este les había regalado un palco y estaba más jorobado que nunca.
Clara contestaba también muy á prisa para no quedarse atrás: así es que, por último, apresurándose una y otra, resultaba que aquello parecía una apuesta de velocidad en la pronunciación. Llegaron al fin sin aliento y muy cansadas. Paulita tuvo necesidad de respirar el aire libre, abrió el balcón y miró á la calle; hecho inusitado, cuya gravedad no comprendió Clara tampoco.
A Juanito le ataca un golpe de tos tan violenta que provoca la impaciencia de algunos espectadores. ¡Fuera ese! ¡fuera el tísico! grita una voz. ¿Tísico? ¿Llamarle tísico delante de la Paulita? Juanito quiere ver al deslenguado y hacerle tragar la tísis. Y viendo que las mujeres se interponían, se envalentonó más y le crecieron los ánimos.
Doña Paulita, que ya tenía la palabra en la nariz para reprender á Clara, se conmovió al verla ulcerar, y la tranquilizó diciéndole: La Magdalena pecó y fué perdonada. Lo que ahora le falta á usted es un sincero arrepentimiento. ¿Pero de qué me he de arrepentir? dijo Clara sollozando. ¡Jesús! ¡qué tono tan del día y tan ... liberal! exclamó Salomé, creyendo decir una gracia.
Antes no se usaban aquí semejantes inmoralidades, y día vendrá en que se acaben costumbres tan escandalosas. El timbre nasal de la voz de doña Paulita, que se hallaba en la habitación inmediata, resonó en la tala, trayendo la opinión de la santa, que no por estar rezando dejaba de prestar atención á cuanto en la sala se decía.
Doña Victorina, toda contenta y entusiasmada, se deshizo entonces en ponderar los méritos de Pelaez, é iba ya á hacer de Isagani confidente de sus nuevos amores, cuando la amiga de Paulita vino corriendo á decir que el abanico de esta se había caido entre las piedras que había en la playa, junto al Malecon.
Asustóse mucho, y se acercó más al lecho, como buscando un refugio al lado de la sagrada persona de doña Paulita. ¡Niña! dijo Paz con la lengua turbada y muy alterado el rostro. Ya sabemos todas las infamias de usted. Merece usted ir á la cárcel por comprometer la honra de una casa como ésta. Si no temiera rebajar mi dignidad.... Señoras murmuró Clara temblando, ¿pues yo qué he hecho?
Llegan coches y más coches, llegan los artistas que entran por otra puerta seguidos de amigos y admiradores. Paulita ya ha entrado y continúa Tadeo: Esas son las sobrinas del rico Capitan D, esas que vienen en el landó; ¿ves qué hermosas y sanas son?
¡Oh! qué caballero tan cumplido hemos traído dijo Paz, cuyo temperamento sanguíneo tenía aquella tarde, sin causa conocida, una irritabilidad inusitada. Lázaro retrocedió y moderó el pago Y bien podría usted añadió la dama, portarse mejor delante de las personas extrañas. Paulita, no puede andar. Vamos, don Lázaro, dé usted el brazo á mi sobrina.
Palabra del Dia
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