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Actualizado: 11 de junio de 2025


Entre paréntesis, se distinguen por su independencia en el vestir. Doña Malvina le hace las levitas a D. Horacio, y D. Horacio le arregla los sombreros a doña Malvina. Total, que estos inglesones lo entienden: no gastan un cuarto en sastres ni modistas. Pero voy al cuento. Los pastores se las tuvieron tiesas, y doña Guillermina más tiesas todavía.

Pasaban otras parejas como ellos; pasaban perros, algún guardia civil acompañando a una criada decente; pastores conduciendo cabras; pasaban también hormigas, y de cuando en cuando pasaba rapidísima por el suelo la sombra de un ave que volaba por encima de sus cabezas. Y ellos charla que charla. Miquis empezó contándole su historia de estudiante, toda de peripecias graciosas.

Aunque el perro de guarda los llama desde el fondo de su nicho, y por más que el cubo del pozo, rebosando de agua fresca, les hace señas, ellos se niegan a ver ni a oír nada, mientras el ganado no esté recogido, pasada la tranca tras de la puertecilla con postigo, y los pastores sentados alrededor de la mesa en la sala baja.

Estas dos señoras, siguiendo su costumbre, se entendían perfectamente, celebrando cada una á su turno, como dos pastores de una égloga, los incomparables encantos de la riqueza, en un lenguaje en que la distinción de la forma disputaba á la elevación del pensamiento.

8 Vivo yo, dijo el Señor DIOS, que por cuanto mi rebaño fue para ser robado, y mis ovejas fueron para ser comidas de toda bestia del campo, sin pastor; ni mis pastores buscaron mis ovejas, sino que los pastores se apacentaron a mismos, y no apacentaron mis ovejas; 9 por tanto, oh pastores, oíd palabra del SE

Suene el lindo sacabuche, pues nuestro bien consiste. Pastores, ¿no es lindo chiste? ¿Qué pudiera decir más -me dijo- el mismo inventor de los chistes? Mire qué misterios encierra aquella palabra pastores: más me costó de un mes de estudio. Yo no pude con esto tener la risa, que a borbollones se me salía por los ojos y narices, y dando una gran carcajada, dije: ¡Cosa admirable!

Un cualquiera, un ingeniero como hay tantos, un trabajador de levita, qué necesita de protectores como tu padre para ganar la comida. ¡Mire usted que estaría bien, ver á la hija de Sánchez Morueta casada con un ganapán, de esos que creen ser los hombres más útiles de nuestro siglo, porque echan rayas y manejan números! Eso de las princesas casándose con pastores, sólo se ve en las comedias.

Al amanecer del día de San Antonio se colocan los pastores con el toro y los perros en un punto convenido, acude á él cada vecino con el ganado que quiere enviar al puerto; y formada de este modo la cabaña, hala que te vas, comienza á marchar en busca de Peñalabra ó Palombera, los cuales puertos no encuentra sino después de haber estado por espacio de tres días anda que te anda y sube que te sube, al son de los cencerros y al de los elocuentísimos jujeos y silbidos de los pastores.

Desde la sombra de los vestíbulos, donde estaban durmiendo, lanzáronse fuera los criados haciendo resonar con palos, horcas y bieldos todos los objetos de metal que encontraban a mano, calderos de cobre, palanganas, cacerolas. Los pastores hacían sonar el cuerno pastoril. Otros llevaban caracolas marinas, trompas de caza.

-Eso creo yo muy bien -dijo el cura-, que ya yo de esperiencia que los montes crían letrados y las cabañas de los pastores encierran filósofos.

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