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Actualizado: 19 de octubre de 2025


"Aún me interesa mucho decía; aún la quiero mucho para que perdone yo esta injuria, que me parece hecha á una persona mía; injuria que cae sobre , que iba á ser...." Llegó á la casa de Bozmediano y esperó, paseando en la calle, á que avanzara el día. Cuando sintió las ocho, entró y preguntó al portero.

Aquí es... La señora entró. Tres hombres había en el escritorio: uno, muy rubio, montado a caballo sobre un banco alto, y dos, de barba, con los sombreros puestos, paseando. Y el rubio decía: Esta es la situación: yo fuí y le hablé claro al padre y le mostré el estado de la caja y de los libros: un pasivo de doscientos cincuenta mil nacionales.

Al ver a un vagabundo paseando por la iglesia, fijó en él los ojos insolentes, haciendo un esfuerzo por levantar sus cejas abultadas. ¿Dónde había visto a aquel pájaro raro? Gabriel notó su esfuerzo por concentrar la memoria, y evitó el ser examinado, volviéndose de espaldas para mirar con falsa atención un retablo colocado en una pilastra.

El cura siguió paseando y desenvolviendo su sistema terapéutico, fundado casi exclusivamente en el algodón y la lana. Andrés le examinaba en tanto con viva curiosidad no exenta de miedo, imaginando que había hecho muy mal en venir a caer en las garras de aquel salvaje.

Recuerde que él me mostró esa bolsita de gamuza, la primera noche que nos conocimos le dije. Me declaró entonces que lo que en ella se encerraba le daría fortuna... y ciertamente que ha sido así añadí, paseando la mirada por el magnífico salón. Le dio riquezas, pero no felicidad, señor Greenwood respondió tranquilamente.

Se fastidiaba jugando, estudiando, paseando, trabajando, si salía a la calle, si se quedaba sin salir: no se sabía qué hacer para curarla de su aburrimiento. Debía sufrir de alguna enfermedad la pobrecilla. Probablemente papá me cree a también enferma...»

Cuidado, pues, mucho cuidado con herir el amor propio del marido. Paseando a esa hora por la estancia, ha confundido alguna vez el carancho con la lechuza; porque mi marido nunca tuvo buena vista, excepto cuando me eligió a .

Pocos días después del Corpus, una mañana don Antolín fue en busca de Gabriel. El Vara de plata sonreía a Luna, hablándole con aire protector. Había pensado en él toda la noche. Le dolía verle inactivo, paseando por el claustro. La falta de ocupación era lo que le inspiraba aquellas ideas tan perversas.

Aresti, al pensar que la ruina de su país sería la señal para que los invasores levantasen sus tiendas, deseaba que aquella llegase cuanto antes: sonreía pensando en el agotamiento de las minas como en una catástrofe providencial y salvadora. Llevaba más de dos horas paseando por la orilla de la ría. Comenzaba el agonizar de la tarde.

Ana llamó a Lucía con una mirada, y así que la tuvo cerca de , sin decir palabra, y sonriendo felizmente, trajo sobre su seno con un esfuerzo las manos de Lucía y de Sol, que estaban cada una a un lado de ella, y paseando sus ojos por sobre sus cabezas, como conversándoles, retuvo largo tiempo unidas las manos de ambas niñas bajo las suyas.

Palabra del Dia

casifia

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