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Actualizado: 14 de junio de 2025
Si hay todavía jóvenes del tipo «flácido,» las hay que han aprendido a bastarse a sí mismas y, por consecuencia, a pasarse sin el apoyo de un marido. Esas jóvenes, lejos de ser figurantes, según la graciosa expresión del padre Tomás, se sienten capaces de ocupar en su hogar una categoría equivalente a la de su futuro marido.
Resentida profundamente Currita por lo que ella creyera desaire de la abdicación, había decidido al punto pasarse con armas y bagajes al enemigo, satisfaciendo de este modo sus femeniles deseos de venganza y realizando al mismo tiempo su continuo anhelo de dar que hablar a todo el mundo y ser siempre la primera de la primera línea.
El conde de Onís, el coloso de luengas barbas fue un verdadero juguete en las manos de aquella mujercita temeraria y maligna. Una pasión loca se apoderó de ambos, sobre todo de ella. Poco a poco se fue acostumbrando a no vivir sin él, a no pasarse un día sin verle a solas. Hacía esfuerzos increíbles de ingenio y habilidad para conseguirlo.
Yo no quiero nada con Cortes repuso . ¿Pero usted es de los bolos que creen habrá tal novedad? La regencia está decidida a echar la tropa a la calle para hacer polvo a los vocingleros que ahora no pueden pasarse sin Cortes. ¡Angelitos! Déseles la novedad de este juguete para que se diviertan. La regencia repuso el poeta hará lo que la manden. Callará y aguantará.
La que tenga ingenio, inteligencia despierta, tampoco «planchará». Una conversación amena, dotada de espíritu de observación, pronta en sus dichos, ocurrente, estará siempre atendida y se verá solicitada. Pero es necesario tener sentido de la medida, no pasarse de lista, pues no gusta generalmente a los hombres verse dominados intelectualmente por la mujer.
Los franceses, muertos de fatiga y de hambre en su campamento, aguardaban con anhelo a que la capitulación estuviese firmada. Los que menos paciencia tenían eran los suizos afiliados en el ejército imperial, y así que obscureció, empezaron a pasarse a nuestro campo.
Mas en su decadencia, las tres damas no podían pasarse sin perro: y es fama que un día, viniendo doña Paz de visitar á sus amigas las Carboneras, al pasar por la Puerta del Sol, vió á un hombre que vendía unos falderillos de pocos días. Acercóse con emoción y cierta vergüenza, pagó uno con ocho cuartos y se lo llevó bajo el manto.
Todo está habilidosamente combinado en favor de los intereses de la Marquesa, que no puede pasarse sin Lacante. Es asombrosa la influencia que ha tomado esta mujer sobre un hombre de una inteligencia notable, de una penetración extremadamente sutil y dotado de un sentido tan distinguido de lo delicado y de lo raro. Ella es pesada y ruda, sin conjunto ni elegancia natural.
Pero aun en medio de aquella deslumbradora luminaria, de aquel incendio de cera que reverberaba en su rostro, veíasele palidecer y pasarse la crispada mano por la frente, como si buscara arrancarse, a pedazos, alguna visión. No faltaban, por cierto, razones a su dolencia. Los desengaños cortesanos fueron el comienzo de su desgracia.
A pesar de las amonestaciones y malos tratos de su hija, Barinaga no había querido pasarse al partido contrario; se había hecho libre-pensador y renegaba de todo el culto y de todo el clero. Nada, nada; repetía, todos son iguales; lo que dice don Pompeyo Guimarán; el mal está en la raíz; ¡fuego en la raíz! ¡abajo la clerigalla!». Y cuanto más borracho, más de raíz quería cortar.
Palabra del Dia
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