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Actualizado: 17 de mayo de 2025
Todo lo apuntaremos dijo Isidora, jugando con aquella idea, como un niño juega con una mariposa . Se dice, por ejemplo: hay que gastar tanto; las cosas valen cuanto; y luego se apunta todo... Nada, te has salvado, chica. Vamos a ver. ¿Tomas criada? Pienso pasarme con Ramona. Admirable. Yo te auxiliaré en todo... Ramona es buena y humilde, pero algo torpe. Ya la despabilaremos.
¿Y por qué no lo llamas, amigo mío? Haces mal en fatigarte de ese modo. Querida mujer, por la sencilla razón de que Juan tiene que terminar un buen trabajo en Alemania. Además añadió sonriendo el señor Aubry, hago cuestión de amor propio el pasarme sin sus servicios, de otra manera, ¿no sería confesar que ya no soy capaz de dirigir los asuntos?
Y a este respective, has de saberte que hay en este valle gentes que se caen de viejas sin haber salido de él más allá de lo que corre de una «alentá» un perro con asma. Y se morirán tan satisfechas como si murieran de jartura del mundo que tú conoces: igual que ha de pasarme a mí en el día de mañana.
Todo esto lo he pensado rápidamente; al mismo tiempo que lo pensaba le ponía la mano en el hombro al señor grueso, y gritaba: ¡Sarrió! Y entonces el hombre gordo ha vuelto la cara, una cara con ojos pequeños y ribeteados de rojo, y he visto tristemente que no era Sarrió. ¿Dónde vivirá? ¿Dónde comerá? Vuelvo a pasar por casa de Botín; vuelvo a pasarme frente a la vitrina de Lhardy. ¡Y no lo veo!
Yo los he dejado deliberadamente para leerlos en la estancia dijo Lorenzo. -Pues te quedarás sin leerlos repuso enérgica y cómicamente Melchor. ¿Cómo así? ¡Usted, señor D. Lorenzo, va a la «Celia» a pasear, comer y dormir! ¿Y por qué no hemos de leer también? Porque yo mando. ¡Se leerá lo que yo indique y cuando yo lo disponga! Lo que soy yo no puedo pasarme sin leer insistió Lorenzo.
Por entre la multitud de pasajeros, empleados y changadores que llenaban el andén, apareció Melchor acompañando a Ricardo. ¿En qué andan? Este, que quería comprar La Nación y La Prensa, a pesar de que yo los llevo. Y yo también. No importa replicó Ricardo; yo no puedo pasarme sin los diarios. ¡Pero si los teníamos!
Pues a mí no ha de pasarme lo que a don Enrique el Doliente que, no embargante ser rey y de los tiesos, llegó día en que no tuvo cosa sólida que meter bajo las narices, y empeñó el gabán para que el cocinero pudiera condimentarle una sopa de ajos y un trozo de jabalí ahumado. Que me llamen a don José Antonio.
Tan sereno que no me cambiaría por el emperador Napoleón repuso el Conde . Yo sé que no puede pasarme nada, porque llevo el escapulario de la Virgen de Araceli que me dieron mis hermanitas, con lo cual dicho se está que me puedo poner delante de un cañón. ¿Y usted, Sr. de Santorcaz, tiene miedo?
¿Y creéis que yo no pudiera pasarme sin vos? Creo que necesitáis de todo el mundo. El rey me concede más que nunca su cariño, su confianza. Sin embargo, no ha gustado mucho al rey que vuestro sobrino haya llevado á picos pardos al príncipe de Asturias.
Creo que la mía hubiera sido hacerme cartujo y pasarme la vida entre cuatro paredes descifrando manuscritos, pues la verdad es que detesto la vida que hago, las relaciones, las vanidades, la vanagloria del éxito, el placer, y, sobre todo, a las mujeres, desde la primera a la última; no exceptúo más que a Luciana... con mil trabajos.
Palabra del Dia
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