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Actualizado: 3 de junio de 2025
El la había inducido a abandonar a su padre, turbándola con una embriaguez voluptuosa. Sintió el deseo de vengarse, de recobrar su libertad, y abandonando a Salvatti, huyó con el conde Selivestroff, un ruso de varonil belleza, rico y capitán de la Guardia Imperial. Su suerte estaba echada; pasaría de brazo en brazo. Su vida era el canto y dejarse adorar por los hombres.
Quizás entonces la multitud que por las tardes acude á la orilla del río no pasaría indiferente ante las puertas del vergel levantado por el Asistente Arjona y que en otros días fué punto de reunión necesaria de la buena sociedad, expansión de femeniles bellezas y centro de la elegancia y de la moda de la capital de Andalucía.
Don Juan no se aventuró a una sola demostración que indicase atrevimiento, ni dio un paso en el camino de la conquista material; nunca tuvo ella que decirle: «las manos quietas», pero ¿qué pasaría si llegasen las cosas a este terreno? ¿Cómo ponerle a raya, si tal aconteciera?
Yo no pasaría tanto cuidado si Raquel no anduviese preocupada ella también. "Tú no intervengas para nada me ha dicho hoy si algo grave le sucede, no serás tú la que pueda remediarlo". Y así las dos me dejan con las manos atadas. Y por el mismo Muñoz, hija, ¿nada has podido averiguar? Pero si él sabe menos que yo, ni está en estado de preocuparse.
Foja, Mourelo, don Custodio, por consejo de Mesía que habló con el ex-alcalde, desistieron de contrarrestar la poderosa corriente de la opinión, favorable hasta no poder más, a don Fermín. «Más valía esperar; ya pasaría aquella racha y volvería toda Vetusta a ver al milagroso don Fermín de Pas tal como era, en toda su horrible desnudez».
Nada, sino que me ha asustao, porque me dijo que quería entrar, y como estamos solas, pensé que me pasaría algo ... porque como es una así tan guapetona.... Y no tiene una mala cara.... Ya ve usted. ¡Ah! ¿El oficial aquél del otro día?... ¿Y dices que se quería meter aquí? Sí; y después me preguntó por usted. ¿Por mí? ¿Y qué le dijiste? Que estaba güena. Después dijo que si estaba aquí el viejo.
Vamos, Paco, no sea usted malo exclamó D.ª Feliciana con una mueca que revelaba la influencia fascinadora que sobre su alma ejercía la murmuración. Si usted fuera á dar crédito á todo lo que se dice, Paco añadió D. Marcelino, pasaría la vida escuchando necedades.
Barragán se sentó y a su lado Tristán. Aquél volvió a pasear una mirada salvaje por la estancia y sonriendo ferozmente preguntó con la mayor finura: ¿Cómo está usted, Tristanito? Bien, ¿eh? ¿Y Clarita? ¿y el niño? Me alegro, me alegro muchísimo. Una vez enterado de la salud de todos pensó Tristán que el paisano pasaría a explicarle el asunto serio que allí le traía. Pero no fue así.
Sin gran esfuerzo de imaginación, podemos figurarnos el estado de alma de una de aquellas romanas o de aquellas griegas honradas a quienes las leyes civiles y religiosas llamaban al matrimonio y que no encontraban marido. Extrañadas al principio, cada cual podía pensar que siendo más amable y más bella que su vecina, su juventud no se pasaría en un lamentable aislamiento.
Lo mismo pasaría si habláramos de modas. ¡No, ché, Ricardo, por favor! No hablemos de modas por más que sea el tema predilecto de los hombres de... la actualidad. Eso es cierto dijo Lorenzo, más de una vez lo he comprobado. Yo lo he comprobado cuantas veces he visto reunidos media docena de caballeros y de damas. No diré tanto; pero es frecuente...
Palabra del Dia
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