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Actualizado: 10 de junio de 2025
Recorrían entonces las grandes avenidas del parque y como el camino no era ya tan llano como antes creyó deber suyo ofrecer cortésmente su brazo a la señora Liénard; ésta lo aceptó sin cumplidos y así siguieron paseando hasta que la campana les avisó la hora de la comida; volvieron hacia la terraza y allí encontraron a Simón Princetot aguardándoles.
Bettina resiste, rehúsa, y, sin embargo, ¡qué tentación! Pero no, no irá, no verá a Juan hasta la noche para la explicación decisiva que viene preparando desde hace veinte días. Los niños salen con su aya, mientras Bettina, Zuzie y Richard se sientan en el parque, cerca del castillo.
«No le haría gracia que don Víctor los encontrase a tales horas en el parque, dentro del cenador solos y a la luz de las estrellas...». Pero esto que pensó se guardó de decirlo. Salió de la glorieta hablando en voz alta, pero no muy alta, aparentando no temer al ruido, pero temiéndolo.
Dió algunas vueltas por las calles principales, paseó por el parque de San Francisco y al cabo notó con sorpresa que estaba perfectamente tranquilo. Aquel amor no había sido más que un sueño. Pero si una señorita tan encopetada no podía amar á un rústico, también pensó que era hacerle una ofensa el sospechar que se avergonzaría de conocerle.
El parque de Greenwich es el Saint-Cloud de los vecinos de Lóndres. En el fondo de ese hermoso parque se levanta el famoso observatorio astronómico, cuya cúpula tiene unos 250 piés de elevacion sobre el nivel del Támesis.
La pared del parque había terminado; de ese parque, cuyos rincones todos eran familiares al anciano cura. El camino seguía ahora las orillas del Lizotte, y del otro lado del pequeño río, se extendían las praderas de las dos granjas; después, más allá, elevábanse los altos bosques de la Mionne. ¡Dividida!... ¡la propiedad iba a ser dividida!
Cuando la tuvo hecha bajó cautelosamente hasta la puerta del jardín y salió de casa. Atravesó el parque, atravesó el bosque y en pocos minutos se encontró a campo raso. Emprendió por los senderos el camino de Zarzalejo para montar allí en el primer tren que le alejase de Madrid. Cuando hubo caminado algún tiempo se detuvo y volvió los ojos hacia su casa.
Una semana después, al bajar por la mañana al parque del hotel, vió á Margaret jugando al tennis con un gentleman de pantalón blanco, brazos arremangados y camisa de cuello abierto: el ingeniero Gillespie. Miss Haynes, que había hecho el viaje malhumorada y nerviosa, sonreía ahora como si viese revolotear escuadrillas de ángeles por encima de los naranjos californianos.
Ayer en la noche, cerca de las nueve, me hallaba yo de codos en mi ventana abierta, cuando fuí sorprendido por una débil luz que se aproximaba á mi habitación á través de los sombríos caminos del parque, y en una dirección que no acostumbran traer las gentes del castillo. Un instante después llamaron á mi puerta, y la señorita de Porhoet entró jadeando. Primo me dijo tengo que hablar á usted.
El castillo de Rouxmesnil es una edificación blanca, perdida entre el verdor de un parque de diez hectáreas y rodeada de muros y de precipicios. Un espeso bosque de hayas centenarias la defiende del viento del mar, que barre furiosamente toda la llanura. Una importante hacienda dependía del castillo, que no estaba habitado hacía mucho tiempo.
Palabra del Dia
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