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Actualizado: 10 de junio de 2025
Quiero significar que no es a usted a quien le toca atreverse a desafiar, teniendo en vista el hecho de que, si no hubiera sido por la feliz circunstancia de haberme encontrado presente esa noche en el parque, hoy sería usted un asesino convicto. Al oír las últimas palabras, se contrajo aterrado.
No... los amigos se habían trasladado a una casa de la calle de Alcalá, la de Casa-Irujo, que tiene ventanas al parque del ministerio de la Guerra... Subo y me les encuentro muy desanimados.
Había caminado siempre adelante, sin parar ni ocuparme en qué dirección me llevaban mis pies, pasando a lo largo de Knightsbridge, orillando el Parque y los jardines de Kensington, y cruzaba en ese momento la esquina del camino de Earl's Court, cuando una feliz circunstancia me despertó de mi profundo sueño, y por la primera vez tuve conocimiento de que era seguido.
Salió de su sueño y brincó del carruaje al suelo. Ahora vuélvete por la familia le dijo a Ramón, y no digas que me has traído. No hay necesidad de asustarles. Se dirigió lentamente hacia la puerta del parque, que estaba a unos doscientos pasos, mientras el coche se alejaba en sentido contrario. Cuando llegó, la tocó con mano trémula. Estaba abierta como la otra vez.
Es una gloria estar unida a un hombre tan inteligente. Quizá sea ministro de Agricultura en la próxima situación. Le sobran méritos para ello. Además, debo recordar aquí, por lo que pueda influir, que estuvo en el Parque.
La imaginación de Bettina trabaja y se exalta. Juan llevaría la impresión de haber estado con una mala criatura sin corazón y sin piedad... Y dentro de media hora partirá, partirá por veinte días... ¡Ah! si pudiera de algún modo!... Pero existe un medio... El regimiento desfilará por delante del parque, frente al terrado. Y Bettina es presa de un vehemente deseo de ir a ver pasar a Juan.
Un día, hallándose destinado ya en el parque de Sevilla, le llamó el coronel a su pabellón y le preguntó: ¿Hace muchos días que no ha recibido usted carta de su madre, Peñalta? Ricardo se puso pálido como un muerto. ¿Qué pasa, mi coronel, qué pasa? No se sofoque usted, criatura. Sé por una casualidad que se encuentra un poco enferma.
La Universidad de Deusto aún interesaba más á doña Cristina. ¡Cómo lamentaba ella no poder entrar en aquel palacio, tantas veces admirado al ir y volver á su casa; no poder correr por la montaña de su parque, y ver de cerca el San José, que dominaba el paisaje, bajo su dosel de luces eléctricas! La sabiduría de los buenos Padres se revelaba en todos los detalles del establecimiento.
La caballada de varios escuadrones iba suelta por los prados, destruyendo bajo su pateo los canales, los bordes de los taludes, el alisamiento del suelo, todo un trabajo de largos meses. La leña seca ardía en el parque con un llameo inútil. Por descuido ó por maldad, alguien había aplicado el fuego á sus montones.
El parque se ha ensanchado; actualmente comprende la llanura entera; grandes columnatas se levantan sobre la verdura, chorros de agua caen por encima de los macizos de flores, y alegres niños corren por sus avenidas.
Palabra del Dia
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