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Poco á poco, Germán, exclamó entonces un escudero de rudas facciones, cuyo robusto cuello y anchos hombros revelaban su fuerza. Tomáis los insultos de esta gente con asombrosa calma, y yo no estoy dispuesto á que me llamen parlanchín sin más ni más. El barón de Morel ha dado pruebas repetidas de lo que puede y vale, pero ¿quién conoce á estos caballeritos?

Mi entusiasmo por la artista dijo con timidez. Yo admiro mucho el talento de usted. Leonora prorrumpió en una ruidosa carcajada. ¡Pero si usted no me conoce! ¡Si usted no me ha oído nunca!... ¿Qué sabe usted de eso que llaman mi talento? A no ser por ese parlanchín de Cupido, hasta ignorarían en Alcira que yo canto y soy conocida fuera de aquí.

Y no se imaginaban, después de un triunfo de diez años, que pudiera entrar en los campos abandonados otra persona que el tío Tomba, un pastor ciego y parlanchín, que, á falta de auditorio, relataba todos los días sus hazañas de guerrillero á su rebaño de sucias ovejas.

Si parlanchín era el pastor, no le iba en zaga el maestro. Ambos emprendían una interminable conversación, y los discípulos abandonaban los bancos para oirles de cerca ó iban á jugar con las ovejas que rumiaban la hierba de los ribazos cercanos. A don Joaquín le inspiraba gran simpatía el viejo.

Para distraer las penas que por mi ausencia pudiera suponerse que tenía mi mujer, él había estado más parlanchín y chistoso que de costumbre. »Tuve calma para aguardar que se acostaran, y aun para aguardar que Beatriz se durmiera. Durante algún tiempo hubo en cierta energía de que ahora me estremezco. Pensé en matar a Beatriz a puñaladas mientras dormía.

Tal vez no sabemos tanto o somos menos atrevidos que ese parlanchín de las barbas, pero somos más serios, más sencillos. Nuestro catolicismo es para América más... ¿cómo me explicaré?... más... Más clásico interrumpió Ojeda, para sacar al cura de su apuro.

D. Anselmo era además un parlanchín de siete suelas, y nada le encantaba más que el que le oyesen. Sólo se reposaban ambos en sus discusiones cuando jugaban al ajedrez. Solían jugar uno o dos juegos diarios. Don Anselmo, contaría ya sesenta años de edad.