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Oye, Diego dijo el barón parándose repentinamente. ¿No te parece que antes de seguir bebamos una copita por el alma de nuestros mayores? Asintió el fraile de buen grado; pero las copas yacían rotas por el suelo y los tarros vacíos. El barón abrió un armario y sacó de él nuevos elementos de vida espiritual.

El cual, no parándose a reconocerla, se la colgó en un abrir y cerrar de ojos, sepultó la mano en el bolsillo del chaleco, y sacando un puñado de monedas de plata, las desparramó sobre el mármol, exclamando: «para los mozosLa acción fue tan rápida, que algunas rodaron, y después de danzar sobre la lisa superficie, vinieron a aplanarse con sonoro tañido.

¿Traía el sello? replicó parándose de pronto . Entonces me la han suplantado dentro de mi misma casa. ¡, !... Aquí me la han suplantado.... No sabéis entre qué canalla estoy metido. Necesito tener cien ojos.... Y cada vez más enfurecido fué a apretar el botón del timbre. ¡Ahora verán! Arbiol dirigió una mirada a sus compañeros y alzó los hombros con desprecio.

El marqués permaneció silencioso y comenzó a pasear de través por el espacioso dormitorio. ¿A quién me aconsejas que se las pida? dijo parándose de pronto. A Salabert respondió Castro sonriendo burlonamente al espejo.

D. Bernardo dejó a su sobrino arrimado a la mesa de escribir y comenzó a pasear silenciosamente y con las manos atrás; sopló con fuerza tres o cuatro veces, desgarró otras tantas, y dijo al fin parándose un instante: Miguel, tienes uso de razón, ¿no es cierto? Miguel le miró, abriendo mucho los ojos, sin contestar.

30 Y he aquí dos ciegos sentados junto al camino, cuando oyeron que Jesús pasaba, clamaron, diciendo: Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros. 32 Y parándose Jesús, los llamó, y dijo: ¿Qué queréis que haga por vosotros? 1 Y como se acercaron a Jerusalén, y vinieron a Betfagé, al monte de las Olivas, entonces Jesús envió dos discípulos,

Se hallaba en la situación de un jugador que acaba de arriesgar su fortuna a una carta y la pierde. Al cabo de un rato llamaron con suavidad en la puerta de la estancia. ¡Adelante! dijo parándose. Entró la doncella, cuya adoración por Clara era conocida. Señorito manifestó con resolución , habiéndose ido la señorita yo no puedo quedar en esta casa. Si tuviese la bondad de darme la cuenta...

No se dio cuenta de que su hermano y D. León Pintado, entretenidos en una conversación interesante y parándose cada diez palabras, se habían quedado atrás. Hablaban de las oposiciones a la lectoral de Sigüenza y de las peloteras que ocurrieron en ella. El capellán, como candidato reventado, ponía de oro y azul al obispo de la diócesis y a todo el cabildo.

Continuaron recorriendo lentamente la huerta, parándose ahora delante de unas alcachofas, después ante un cuadro de remolachas ó de una esparraguera. D. Primitivo, maniobrando constantemente en el centro del grupo, parecía un filósofo de la escuela peripatética.

Y siguieron por la Carrera de San Jerónimo hguardoa Puerta del Sol. ¿Cómo estás con Esperancita? se dignó preguntar Castro, soltando una bocanada de humo y parándose a mirar un escaparate.