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Actualizado: 11 de mayo de 2025
Y sin esperar respuesta del anciano, le tomó por los brazos, haciéndole dar rápidas vueltas. Que me atonta, que me mata esta condenada exclamaba el maestro, describiendo curvas sin poderse defender, ni soltar. ¡Ay, Paquito de mi alma y de mi vida, cuánto te quiero! decía Presentación.
«Ello será de mal tono decía cosa de pobretes, pero todos mis convidados quedan contentos de tal servicio». «Porque tengo observado añadía que a las señoras no les gustan, por regla general, los criados; no se fijan en ellos, y a los hombres siempre les gustan las buenas mozas, aunque sea en la sopa». Paquito había acogido con entusiasmo la innovación de su mamá diciendo: «¡Eso es!
Paquito nada había dicho; púsose muy encarnado, con ese santo carmín con que el pudor instintivo tiñe las facciones de la inocencia, y destrozando entre sus deditos, sin darse cuenta de ello, una anforita romana, extraño lacrimatorio de vidrio que había sobre una mesa, ocultó con varonil esfuerzo las gruesas lágrimas que le brotaban de los ojos.
Tres horas después resonaban gritos y lamentos al otro extremo de la casa... Era Paquito Luján, que entumecido por el fresco de la madrugada y aterrado por la oscuridad, despertaba allá en la Nursery, olvidado de todos en aquel suntuoso palacio, morada del padre y la madre que le habían dado el ser, y de diecisiete criados dedicados a su servicio.
Pero Fidel sabía zafarse de estas vejaciones y cuando advertía que su camarada mostraba tendencias a ponerse pelma se largaba pian piano moviendo el rabo hacía la cocina dejándole en la más espantosa soledad. En cambio se aproximaba demasiado cuando Paquito tenía entre manos y boca algún pedacito de pastel o una galleta.
Paco iba detrás sin desdeñar la conversación de Petra, que se mirlaba hablando con el Marquesito. En materia de amor la criada no creía en las clases y concebía muy bien que un noble se encaprichara y se casase con ella verbigracia. No decía que don Paquito estuviera en tal caso, ni mucho menos; pero le alababa el pelo de oro y la blancura del cutis, y por algo se empieza.
Resonaba en el fondo de la galería un piano destemplado que parecía balbucear, de mala gana, un monótono tema de los ejercicios de Hanon. Esta música sonó, sin embargo, como un concierto celeste en los oídos del niño; desapareció su abatimiento, renació su alegría y echó a correr de nuevo hacia aquella estancia. ¡Lilí!... ¡Paquito!...
Bringas, después de toser un poco, envolvió en las nubes del sueño su opinión sobre la superioridad de los baños del Manzanares ante todos los baños del mundo. La mejoría de nuestro amigo se acentuaba tanto, que Golfín desde mediados de Julio dejó de ir a la casa. D. Francisco, acompañado de Paquito, iba a la consulta dos veces por semana.
Dices que no puedes estar en todo, y yo pregunto que por qué razón no ha de limpiar Paquito los cubiertos cuando viene de la clase. ¿Pues qué? ¿Un señor licenciado desmerece por esto? Pues su padre lo ha hecho y lo hará cuando recobre la vista... También estoy seguro de que no haces quitar a los niños los zapatos cuando vienen del colegio, y ponerse los viejos.
Sin aguardar a que Paquito se hiciera licenciado en dos o tres Derechos, habíale adjudicado un empleíllo en Hacienda con cinco mil realetes, lo que no es mal principio de carrera burocrática a los diez y seis años mal cumplidos.
Palabra del Dia
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