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Actualizado: 11 de junio de 2025


Lilí se reía a carcajadas al ver a su padre forcejeando por sacar la cabeza del saco negro, y corrió a Paquito para decirle al oído un secreto muy grande, muy grande... ¡Pero qué tonto es papá!...

Paquito no la escuchaba, sin embargo: durante toda esta escena había sentado en el sitial gótico a Tock, el perrazo amarillento, que se dejaba manejar con esa especie de cariñosa paciencia con que a los niños soportan los perros.

Grupos diversos recorrían las calles dando vivas a la Revolución, a la Marina, al Ejército, y diciendo que Isabel II no era ya Reina. Algunos llevaban banderas con diferentes lemas y otros quitaban las reales coronas de las tiendas. Todo esto lo contó Paquito de Asís a su papá, atenuando lo que le parecía que había de serle desagradable.

Las señoritas de Meré, al escuchar tal pregunta, quisieron volverse locas de alegría. Se les caían las lágrimas de risa. ¡Ay, qué Paquito! ¡Ay, qué corazón!... ¡No distingue un San Juan de un Salvador! Y ríe y que te ríe. Hacía muchos años que no habían oído nada tan gracioso.

Ahora veo a mi hija Manolita, que también sale en camisa... ¡Calle, también se ha despertado Paquito!... ¡No te he dicho que todos iban a recibir un susto!... Pero se van a constipar si andan de ese modo más tiempo... No toques más Juan, no toques más. Cesó el estrépito infernal. Vamos, Adela, Manolita, Paquito, abrigaos un poco y venid a dar un abrazo a mi hermano Juan.

No se permitía que nadie entrara a darle conversación, ni se le obedecía cuando suplicaba a Paquito por las noches que le leyese algún diario.

Lo que la inquietaba, lo que hacía de su existencia un atroz suplicio, era la idea de que enfermaran sus niños. No era idea, no era temor: era seguridad de que Paquito y Antoñito caían malos... se morían sin remedio. Trató Benina de quitarle de la cabeza tales ideas; pero la otra no se dio a partido, y despidiéndose presurosa, tomó la vuelta de Madrid.

Viendo tal profanación, escándalo y desacato, penetró el insigne D. Paco en la pieza, y exclamó: ¿Qué alboroto es este? Asuncioncita, Presentacioncita, todo se lo contaré a mamá cuando venga, todo, todito. Presentación cesó de cantar, y tomando al preceptor por un brazo, le dijo: Sr. D. Paquito mío, si no le dices nada a mamá, te doy un beso.

¡Mira!... ¡Mira!... Lilí abrió mucho los ojos admirada, apretó los labios y echó atrás las manitas; su crítica fue la crítica de las grandes admiraciones, la crítica monosílaba. ¡Uy! dijo. ¡Cinco!... ¡Son cinco y dos excelencias!... ¿Me darás uno, Paquito? ¡Tonta!... Eso no se da... Se pone en un marco... Pepito Vargas dice que su mamá se los pone en un marco...

De algún tiempo acá, Paquito de Asís andaba con unas enredosas monsergas del yo, el no yo, el otro y el de más allá, que sacaban de quicio al buen D. Francisco. Este le dijo, en resumidas cuentas, que si no echaba de su cabeza aquellas filosofías, le iba a quitar de la Universidad y a ponerle de hortera en una tienda. Trascurrió toda la mañana, y cansados de esperar a Rosalía, almorzaron.

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