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Actualizado: 9 de mayo de 2025


Pasé a su lado como una exhalación, y encontré a mi hermana tendida en el suelo, sin conocimiento, con la cabeza sobre las rodillas de mamá. ¿Qué le han hecho ustedes a Marta? grité dejándome caer de rodillas junto a ésta. Nadie me contestó. Mamá, desatinada, se retorcía las manos, y papá se mordía el bigote, sin duda para retener las lágrimas.

Lo triste sería que las advertencias, los consejos, acaso las amenazas de Tirso, lograran que cayeseis en exageraciones: en cuanto a papá, y a , no hay quien nos haga, por ejemplo, ayunar, comer de viernes, ni cometer tonterías por el estilo. No creo que se meta en eso. Conviene precaverlo todo.

¿A que no la aciertas?... La niña, con los grandes ojos llenos de lágrimas y teñidas las mejillas del carmín más puro, dijo prontamente: ¿Que mi papá está mejor? ¿Que se ha confesado?...

Y como él contestase afirmativamente, sin jactancia, con sencillez, Nélida casi le saltó al cuello. ¡Mi rey!... ¡Mi hombre!... ¡Lástima que estemos aquí! ¡Ay, qué beso te pierdes! Encontráronse con el señor Kasper, que los acogió con toda la bondad de su rostro patriarcal. «Papá... papáSu hija le besaba las barbas venerables, insistiendo en esta caricia con un runruneo de gata amorosa.

Colgóle después de su collar de hierro repujado las cinco medallas de los premios, y colocándole en la cabeza el diploma en forma de cucurucho, gritó a Lilí con extraño acento: ¡Anda, que lo retrate papá!... ¡A Tock le doy yo todos mis premios!...

Es sabido que el papa Silvestre II antes de entrar en la regla de S. Benito perfeccionó sus estudios en las escuelas de la España árabe. III, lib. Gayangos en una de las notas que ilustran este pasage dice que segun otros autores ocurrió el levantamiento en el suburbio de Sbakandah ó Secunda, que caía al Sur de la capital.

Por la tarde salieron todos a paseo con los trapitos de cristianar, en correcta formación, los pequeños muy compuestitos, mamá y papá tan graves y apersonados como siempre.

Lo cierto es que me pareció bastante natural, y aunque hubo un momento en que me fijé en que Luis tenía doble edad que yo, después reflexioné que la edad de los hombres no se cuenta como la de las mujeres. Y además ¿quién calcularía cuarenta y cuatro años a mi marido? Lo que importa no es la edad, son las cualidades del alma, y de la bondad de Luis yo tenía esta prueba: que es amigo de papá.

Entonces el muchacho se volvió y prorrumpió en un grito de entusiasmo: ¡Hullin! ¡El doctor Lorquin! ¡Materne! ¡Todos, todos, aquí están todos! Y comenzaron de nuevo los abrazos; pero ahora más alegres, con risotadas y apretones de manos que no acababan nunca. ¡Ah, doctor, es usted! ¡Ah, querido papá Juan Claudio!

Pero ¿verdad que no me olvidas; verdad que a todas horas piensas en ? ¿No es cierto que estoy siempre en tu memoria? La semana pasada salimos a pasear. La tarde estaba lindísima.... ¡Qué cielo! ¡Qué nubes! ¡Qué celajes! ¡Qué colores tan hermosos los del horizonte al ponerse el sol! Papá me dijo: «Muñeca: ¿quieres venir conmigoLo dije que .

Palabra del Dia

ancona

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