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Actualizado: 8 de junio de 2025
En esta laguna se suelen juntar hasta seiscientos, y ochocientos indios Pampas, de diferentes naciones, y solamente en el tiempo de cosecha de la algarroba, para hacer sus paces unos con otros, poniendo sus ranchos al rededor de la laguna, para entrar con tiempo al monte, que dista de allí como cosa de cuatro leguas poco mas; en cuyo monte hay mucha cantidad de algarroba, de donde se proveen para su mantenimiento, y para hacer la chicha para todo el año, que es la bebida usual que ellos estilan.
En la solitaria carabana de carretas que atraviesa pesadamente las Pampas y que se detiene a reposar por momentos, la tripulación, reunida en torno del escaso fuego, vuelve maquinalmente la vista hacia el Sur al más ligero susurro del viento que agita las hierbas secas para hundir sus miradas en las tinieblas profundas de la noche en busca de los bultos siniestros de la horda salvaje que puede sorprenderla desapercibida de un momento a otro.
Que á 20 de Abril llegó al comenzado pueblo del Pilar, donde estaba el Padre Tomas Falkner y el Padre Matias Strobel: que del pueblo de los Pampas á dicho Pilar hay cosa de 60 leguas; las 40 de solas campañas, sin árboles ni matorrales, y están pobladas de infinidad de yeguas silvestres, cimarronas ó baguales, como acá dicen: hay en ellas abundancia de venados, cerdos, avestruces, quirquinchos y perdices.
Es el Adiós o la Serenata de Schubert, el preludio de la Traviata, que, surgiendo en el silencio con su acento tenue y vago, produce un efecto admirable; son, sobre todo, los tristes, los desolados bambucos colombianos, con toda la poesía de la música errante de nuestras pampas.
Semejantes a los legionarios romanos, que lo mismo peleaban en tierra que en el mar, los aventureros de la conquista fueron a la vez navegantes, jinetes incansables en las pampas inmensas y duros andarines de las selvas vírgenes, sufriendo los rasguños de la espinosa vegetación, el acecho de los indios, la acometida de las fieras los tormentos del hambre y de la sed.
Con razón el día anterior le había dicho, burlándose, Elena: «¡Mucho ojo, Robledo! La condesa está locamente enamorada de usted, y la creo capaz de raptarle.» Expresaba la poetisa su entusiasmo con una avalancha de palabras al hacer la presentación del ingeniero. Un héroe; un superhombre del desierto, que allá en las pampas de la Argentina ha matado leones, tigres y elefantes.
Y designaba con los ojos a los ocupantes de la mesa inmediata. Gente buena, pero escandalosa continuó ; cow-boys en traje de domingo, que van a estudiar la ganadería de las Pampas; comisionistas de Nueva York, que sacan a puñados los billetes de Banco de los bolsillos del pantalón y necesitan cantar a cada momento para que se fijen en ellos... Ya se han bebido seis botellas y roto dos.
Venía en el barco un indiano vascongado que embarcó en Buenos Aires en mi barco. En todo el viaje de América a Europa no se atrevió a hablarme. Debía de ser hombre muy tímido. Luego, en el vapor que nos llevaba a Bayona, se acercó a mí y hablamos. Había pasado veinticinco años en las pampas hasta enriquecerse. No tenía familia y no sabía qué hacer ni en dónde fijar su residencia.
En un tiempo la pobre campesina Erraba por las pampas peregrina, Y era su prole, bendicion del cielo, Una calamidad, un desconsuelo, Que las puertas del rico le cerraba, Cuando sus puertas, trémula pisaba. El avaro veia en la familia Solo bocas hambrientas de vigilia, Y guardaba su estancia y su riqueza Con un gaucho y un perro en la maleza.
En el tercero me dice, atendiendo á mis deseos, que, "luego que halle coyuntura emprenderá el viage del Volcan, que es sierra distante de Buenos Aires como cien leguas al sud-oeste; para ver si allí hay forma y parage á propósito para formar un pueblo de indios serranos, que los Padres del de los Pampas tienen apalabrados; y penetrar desde allí á los célebres Patagones y Césares, hasta el estrecho de Magallanes.
Palabra del Dia
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