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Actualizado: 17 de junio de 2025
Blancas las paredes del lado del Poniente; las orientales, pardas, ennegrecidas por los vientos salobres de la Costa. Las enredaderas, que trepaban por la torrecilla hasta prender sus tallos en la cruz de hierro, hacían gala de sus festones floridos, y en las cornisas, en los tejados, en los árboles, friolentas palomas, pichones tornasolados, esperaban la noche para recogerse al amoroso nido.
¡Bah, bah, bah! no digo yo que a ella, allá en sus adentros, sus adentros... pero tú no entiendes de esto... yo te afirmo que lo que es tener, no han tenido nada, nada... si sabré yo.... Y yo también... afirmó cínicamente Pilar . Bueno, los dos acertamos... no hubo nada... pero está.... ¿cómo dicen de las palomas en el tiro? Tocada en el ala.
Su voz despertaba ecos en el inmenso porche, más silencioso que de costumbre por la calma en que estaban las calles; y a pesar de que las gallinas y las palomas picoteaban en torno de él, quitando grandeza a la escena, don Juan parecía un personaje bíblico, un profeta desesperado gimiendo lamentaciones ante las ruinas de la ciudad amada.
Lacante continuó: Mi casa no está hecha para criar palomas... Mis costumbres... mis amigos... las conversaciones... yo mismo... No me hago ilusiones; no tengo nada de lo que haría falta. ¿Qué va usted a decidir? No tengo dónde elegir, amigo mío; voy a meterla en un convento. ¡En un convento!... ¡
En la plaza de la Alcaldía, tomando el sol, un asno, y en la fuente de la iglesia una bandada de palomas, pero ni un alma a quien preguntar por el convento de las huérfanas.
Tan sólo Paco Luján, inclinado sobre su pupitre, aunque sin ocuparse mucho del libro que tenía delante, limitábase a seguir a veces con la vista el vuelo de las palomas mensajeras, sonriendo benévolamente, pero sin tomar parte en el clandestino entretenimiento.
¿Y cómo harás para encontrar a nuestros compañeros? preguntó Horn. Sé dónde está el bosquecillo de nueces moscadas. He cazado allí palomas y aves del paraíso, hace una semana. Pero tienes las espaldas llagadas por las quemaduras. No importa; no me molestan mucho. Vamos, pues , dijo el piloto.
Verdad que a todas estas reformas le estimulaba la competencia desastrosa que le hacía Poca Ropa, el cual tenía su instituto en la calle del Reloj, al otro extremo de la villa. ¿Qué escándalo es éste? gritó don Roque con voz estentórea acercándose a la inmunda casucha. Tres o cuatro muchachos que había en la calle huyeron como pajarillos a la vista del gavilán. Pero quedaban las palomas.
Indignáronle mas que todo las gacetillas de calumnias, y los archivos de mal gusto dictados por la envidia, la hambre y la torpeza; viles sátiras que respetan los buytres y despedazan las palomas; novelas faltas de imaginacion, donde se ven mil retratos ideales de sugetos que sus autores no conocen. Tiró al fuego todos estos detestables escritos, y salió aquella tarde de casa, para ir al paseo.
De paso no más veremos el palacio donde está todo lo de pelear: el globo que va por el aire a ver por donde viene el enemigo: las palomas que saben volar con el recado tan arriba que no las alcanzan las balas: ¡y alguna les suele alcanzar, y la paloma blanca cae llena de sangre en la tierra!
Palabra del Dia
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